Las muchas bajas acumuladas con el paso de los días dejaban poco donde elegir a la hora de presentar el once de hoy -por el sábado- en Cartagena. Sin embargo, dos decisiones que a priori podrían antojarse algo sorprendentes para conformar la formación, a mi juicio, resultaron claves para obtener la victoria.
La primera, la de renunciar a la figura de un centrocampista de corte defensivo y otorgar a Seoane y Juan Carlos el peso de armar el juego del equipo. La segunda, la apuesta para la delantera de un, en otro tiempo denostado por el entrenador, Escriche.
El equipo salió muy enchufado desde el principio, y además de no pasar grandes apuros en la parcela defensiva, buscó de forma decidida ser dañino para el rival. El bloque se mostró muy dinámico y directo, sabiendo agruparse para defender y salir con mucho peligro en base a acciones rápidas de pocos toques y muchos apoyos. Ese planteamiento de partido y, no lo olvidemos, la decisiva parada de Andrés al penalti de Rubén Castro acabaron dando los 3 puntos al Huesca.
Si tras el partido de Almería ya adivinábamos un equipo que se sentía muy cómodo cuando el rival le ofrecía muchos espacios a la espalda, contra el Cartagena se pudo ver una versión perfeccionada de aquella idea. Como ya dijimos en aquella ocasión y hemos podido ver, la versión de la caballería ligera funciona, aunque no sabemos en cuántas ocasiones podremos tocar la corneta y poner los caballos a galopar.
Sin embargo, para un equipo con aspiraciones de estar en la parte alta de la tabla, se antoja más que necesario mejorar la versión que está mostrando en los últimos partidos de casa, en los que hemos visto que al equipo le cuesta ser dominador y concretar las ocasiones que genera. Así pues, además de entrenar a los caballos, parece pertinente comenzar a mejorar el dominio de armas de asalto como la catapulta, la torre de asedio, la escalera o… especialmente…los arietes.