Tras el final de la temporada de Casademont Zaragoza toca hacer balance de una temporada difícil. En primer lugar por la ausencia de la marea roja y de público en general en los partidos tanto de la Liga Endesa como de Champions League durante la mayor parte de la temporada. Algo que poco a poco ha ido cambiando en el último tramo, y que desde aquí esperamos que para la temporada siguiente lo haga en su totalidad.
Evidentemente tampoco ha sido la mejor campaña a nivel deportivo del equipo. Tras dos de las mejores temporadas de la historia del club, se podía esperar una mejor actuación al menos en lo que a Liga Endesa respecta. Luchando por el descenso durante más tiempo del que se podía esperar, tres entrenadores, muchas irregularidad y una bajada de brazos final tras el bronce de la Champions League.
Tras la esperada, pero no menos dolorosa marcha de Porfi Fisac a Herbalife Gran Canaria, fue Diego Ocampo el encargado de relegarlo en el banquillo. Una noticia que no ilusionó demasiado a la afición rojilla. El coach gallego venía de no conseguir el ascenso a LEB Oro con el Barça B y malas últimas experiencias en Joventut y Estudiantes en la ACB.
La poco entendible planificación de la plantilla
Además la planificación de plantilla tampoco fue muy entendible. Para sustituir a Alocén y Radovic (un 1 y un 4) se ficho a Sulaimon (un 2) y a Konaté (un 5 con altura de 4 y con cero experiencia en Europa). La principal confianza era la continuidad del gran grueso de la plantilla, entre ellos las renovaciones de Ennis y Brussino.
Como se podía prever, la temporada no empezó de la mejor manera. Un cuarto puesto que sabía a poco en la Final Four de la Champions League pasada y lo peor de todo, un balance de 2-6 inicial en ACB que tenía a un equipo que optaba a Play Off luchando por el descenso. Todo ello resultó en la destitución de Ocampo el día 2 de noviembre del pasado año. Le remontaron varios partidos que tenía ganados, perdió contra un Guipúzcoa que no ganaba nadie, y lo peor de todo, no se ganó la confianza de un vestuario al que señaló en varias ocasiones del mal rendimiento del equipo. Además, en la Final 8 se lesionó Rasheed Sulaimon para dos meses y el canterano Vit Krejci para toda la temporada en el partido en liga regular ante el Real Madrid. Las desgracias nunca vienen solas.
Al entrenador de Orense lo sustituyó Sergio “El Oveja” Hernández, seleccionador del combinado nacional argentino. Pese a las dudas iniciales, y su adaptación al baloncesto europeo, gustara más o menos pero El Oveja consiguió el pase a las segunda fase de la Champions y dejó -con un tramo de 6 victorias en 7 partidos entre enero y febrero- al equipo muy alejado del descenso, y parecía que incluso con opciones de luchar por Play Off.
Pero mientras pasaba todo esto, los movimientos en lo que a materia de fichajes se refiere eran todo un caos. En primer lugar, Konaté, que ya no contaba con la confianza de prácticamente nadie, no fue renovado tras finalizar su contrato de dos meses. Se suma a él el extraño fichaje de Rupnik, que duró también muy poco en el equipo, y por supuesto el sonado intercambio entre Seeley y TJ Bray, que probablemente sea uno de los peores movimientos del club en los últimos años. Todo ello para que Bray también acabara fuera en marzo tras un rendimiento bastante pobre. Bastante loco todo. Justiz tampoco ha recuperado en ningún momento su mejor versión de antes de operarse a mitad de la temporada 19/20. Se esperaba más del cubano. Otro culebrón es su batalla particular para lograr la nacionalidad española (lleva aquí desde 2018), que de momento no llega.
Gran refuerzo con Elias Harris y Jacob Wiley
Aunque sí que que hay que alabar los movimientos de Elias Harris y Jacob Wiley que sin duda reforzaron un juego interior que comenzó la temporada muy cojo. El primero ha mostrado un rendimiento excepcional e incluso el club ha mostrado mucho interés en su renovación. En cuanto a Wiley, su alta ficha y su pertenencia a Gran Canaria (en Zaragoza solo estaba cedido) hará que el club ni se plantee su continuidad, pero las actuaciones y el compromiso mostrado durante las jornadas que ha estado aquí son intachables. Y todo ello pagando un porcentaje no muy alto de su ficha.
Con esta plantilla, sin olvidar la marcha de Thompson, muy irregular durante esta temporada y con tramos realmente pésimos se llegaba a marzo para afrontar la segunda fase de la Champions y en disposición de luchar por los Play Off. Parecía que se había salvado la temporada. Parecía.
Seis derrotas consecutivas en Liga Endesa y un pase algo sufrido y con un espantoso partido en Bamberg (117-76) volvían a encender las alarmas. Peligro de descenso y dinámica muy negativa para afrontar una nueva Final 8 de Champions League. Para más inri, Sergio Hernández abandonaba el club por problemas personales. Se estaba haciendo larga la temporada ya.
Tras un victoria balsámica ante Guipúzcoa Basket con Sergio Lamúa a los mandos, Luis Casimiro se hizo cargo el equipo. Generaba dudas por su último paso en Málaga pero no dejaba de ser el 4º entrenador con máxima experiencia en Liga Endesa. Y lo que parecía imposible lo logró: consiguió mostrar la mejor versión del equipo en la temporada, ganar 3 partidos que salvaban al equipo y lo hacían luchar por volver a estar en Europa y sobre todo generar ilusión para los cuartos de final de la Champions League.
Aunque por desgracia, y como estaba siendo habitual en esta montaña rusa de temporada, todo quedó en nada. Casademont Zaragoza se tuvo que conformar con el bronce en Europa y dos derrotas bochornosas finales ante Tenerife y Murcia han hecho al equipo rojillo ocupar la 13ª plaza. La peor desde que se ascendió por segunda vez sin contar las catastróficas 16/17 y 17/18. Y con ello el supuesto adiós a competiciones europeas al menos vía liga.
Un final en concordancia con lo que se podía esperar de esta temporada. Una campaña en la que se ha hecho prácticamente todo mal y más comparándola con las dos anteriores.
Para la siguiente se esperan cambios y sobre todo si el club no disputa Europa finalmente. Varias salidas, a priori objetivos menos ambiciosos debido a la situación económica provocada por la pandemia. Eso es algo que hay que asumir, pero a partir de aquí se deben tomar decisiones con coherencia, que parece que este año ha faltado. La marea roja va a seguir apoyando se esté en Champions, en LEB o en Primera Nacional, pero lo que no quiere son más montañas rusas.