Cada vez cuesta más asimilar la situación en la que se encuentra el Real Zaragoza. Inmerso en una espiral negativa en la que se juntan los malos resultados con la inacción del Consejo de Administración provocando la justificada frustración de una hinchada harta, el conjunto del león se asoma cada día más al abismo; a la desaparición. Ayer fue el Castellón el que le arrebató los tres puntos al Zaragoza; el domingo seguramente sea el Fuenlabrada, el martes que viene el Almería y así sucesivamente si nada cambia en las próximas horas.
El de ayer no fue un partido digno de la segunda mejor categoría de fútbol español. Los dos equipos, ambos con la soga al cuello, parecían no querer ganar. La calidad de los hombres sobre el césped brilló por su ausencia y nadie imprimió ritmo ni descaro. Errores no forzados, porteros aburridos bajo los palos y el sentimiento del aficionado de estar perdiendo dos preciadas horas de su tiempo. Un encuentro soporífero que, al menos, los castellonenses pudieron pintar con una victoria para desazón del zaragocista.
Continuidad a la defensa de cinco
El partido del Espanyol, en el que casi nadie albergaba esperanza alguna de mostrar una imagen digna, sirvió para que Iván Martínez optase por un nuevo sistema que permitió equilibrar al equipo. Con tres centrales, dos carrileros, tres medios y dos puntas, el Zaragoza repetía el esquema ante el Castellón que llevó a la derrota ante los periquitos pero que aportó consistencia estructural al once.
Esta vez, los cambios fueron pocos: Narváez por el Toro y Vigaray por Tejero. Pieza por pieza, pero con la figura de Narváez para intentar hilar más y mejores jugadas ofensivas. La presión alta volvió a ser fundamental en el despliegue inicial de los aragoneses; con Zapater y Francho adelantando líneas para presionar al doble pivote rival y con Azón y Narváez buscando las cosquillas entre central y lateral. Una presión que permitió al Real Zaragoza interceptar varios balones en campo rival y aparentar cierto peligro sobre la portería del Castellón. Vigaray, muy activo en el primer tiempo, tuvo la oportunidad de pisar campo rival en posiciones adelantadas, lo que aportó algo de profundidad al equipo.
El Castellón, por su parte, trató de canalizar sus ofensivas hacia su parcela más fructífera: los costados. Con uno de los mejores centradores de la categoría de plata, Marc Mateu, los castellonenses pisaron terreno peligroso cuando estos se perfilaban hacia las bandas. Además, a sabiendas de la debilidad mostrada por el Zaragoza jornadas atrás en los córners, el Castellón quiso poner a prueba a la defensa maña con envenenados saques de esquina al primer palo. Esta vez despejados con éxitos por los zaragocistas.
En una primera parte de vaivenes en el juego, pero con poca mordiente, la mejor ocasión se la apuntó el delantero del Castellón, Jordi Sánchez, cuyo disparo, dentro del área y sólo, se marchó desviado por el palo derecho de Cristian.
El área, zona restringida para el Zaragoza
Si hubiera que destacar el mayor de los problemas del Zaragoza en lo que va de temporada 2020/2021, este sería sin duda la incapacidad para generar peligro. Nadie en el cuadro blanquillo es capaz de pisar área rival y dar la sensación de que algo va a pasar. Los ataques zaragocistas son cada vez más previsibles y, por tanto, más fáciles de defender para el rival de turno. 9 goles en 15 partidos es una estadística paupérrima para las aspiraciones que se suponen de un equipo como el Real Zaragoza.
La mayor parte de las jugadas ofensivas del Zaragoza se acaban definiendo desde fuera del área ya que el equipo es incapaz de combinar o abrir huecos en el área rival. Frente al Castellón, tan sólo se disparó a puerta una vez, y todos los tiros desviados se ejecutaron desde fuera del área (salvo un escorado remate de cabeza de Narváez, sin peligro alguno).
Es lógico pensar que este problema no empieza con los delanteros, sino que echa las raíces desde muy abajo. Partiendo desde la salida de balón de los centrales, pasando por el medio y terminado con los de arriba, ningún jugador se ve con la capacidad de hilvanar jugadas dignas de generar un gol.
Cambios al final con el mismo resultado
Una vez que Iván Martínez se percató de la ineficacia de la defensa de cinco ante uno de los equipos más impotentes en ataque de la categoría, optó por cambiar el sistema. Entraron Buyla y Zannimachia por Francés y Zapater, para formar un 4-1-4-1.
Sin embargo, como viendo siendo costumbre, el Zaragoza a partir de la hora de juego desfallece. Sea el sistema que sea, el equipo no presiona, no genera y no trasmite nada ni con balón ni sin él. Poco a poco, el balancín se fue inclinando más hacia la portería de Cristian Álvarez hasta que, finalmente, el gol acabó llegando. Los centrales, Guitián y Jair, quedaron muy señalados tras la flacidez de sus marcajes y por la falta de intensidad en la jugada del gol de César Díaz. El colmo de un partido de fútbol terrorífico.
Bermejo apareció por la izquierda, donde pierde cualquier posibilidad de sorpresa, y Vuckic, de nuevo, en el 86 para terminar el partido sin rascar bola. Un partido en el que seis de los nuevos fichajes estuvieron en el banquillo de inicio. Da que pensar.
No queda otra
Como os contamos jornada tras jornada, no queda otra que esperar a una reacción cada vez más utópica. Los jugadores del Real Zaragoza están hundidos en unas arenas movedizas que cada vez tiran más y más hacia el fondo. Nadie se ve con confianza para sacar esto adelante. Quizá una victoria ayude a levantar el ánimo, pero la pregunta es : ¿A quién es capaz de ganar este Zaragoza? Salvo giro mayúsculo de los acontecimientos, al aficionado maño le va a tocar sufrir una temporada que puede terminar siendo histórica para el Real Zaragoza y para el fútbol español.