El pequeño Tour de los que el día de mañana irán al Tour, al de verdad, el del mes de julio. Cruzar Francia en diez etapas desde la Bretaña a los Alpes. Es el Tour del Porvenir. Para algunos puede ser la consagración de las esperanzas que hay puestas en ellos, para otros la gran oportunidad de ganarse un contrato profesional ya que los ojos de todos los equipos profesionales miran con atención lo que sucede en esta segunda quincena del mes de agosto en las carreteras francesas. Sólo hay que leer algunos de los nombres que lo han ganado recientemente, como por ejemplo Egan Bernal, una de las sensaciones del pasado Tour, en la pasada edición.
Allí acude cada año la selección española, con un equipo de seis en el que este año estarán presentes dos de los ciclistas altoaragoneses del pelotón profesional. Jaime Castrillo y Fernando Barceló, ambos de la cosecha del 96, serán dos de los pilares principales de la escuadra que dirigirá Pascual Momparler. A su lado les acompañarán Ibai Azurmendi, Xuban Errazkin, Juan Pedro López y Gotzon Martín.
Los altoaragoneses llegarán a Francia tras unas buenas actuaciones en Burgos y Portugal respectivamente, algo que tras unos días de descanso les propiciará un buen ritmo de competición para afrontar el Porvenir. Está por ver la estrategia que preparará Momparler, máxime teniendo en cuenta que el nivel de los rivales será mayúsculo, quien asumirá galones y cuales son los objetivos reales marcados y como luchar por ellos, pero a buen seguro los oscenses serán parte principal en todo este proceso.
Montaña, ataques y nervios
El Tour de l’Avenir, conocido como Tour del Porvenir en España, se caracteriza por ser una prueba con bastante montaña en su recorrido, trazando su ruta incluso pasando por algunos de los más míticos cols alpinos. Para la presente edición, y al comenzar en Bretaña, el recorrido de las tres primeras etapas será bastante quebrado, puro territorio comanche en el que poner contra las cuerdas a los escaladores puros. Para el cuarto día hay preparada una crono por equipos de 20 kilómetros, no son muchos pero se marcarán diferencias.
Tras dos días en teoría tranquilos, llegan los Alpes. Lo hacen con una etapa novedosa, inspirada en la de este año del Portet en el Tour. 35 kilómetros con las ascensiones a Montagny y Meribel. Repito, 35 kilómetros pero que esconden 1.500 metros de desnivel. Después vendrán dos etapas por debajo de los cien kilómetros pero con obstáculos por el camino como el duro Col de Saisies, la Montée des Arcs, Chapelles y el final en Val d’Isère. Si este festival alpino no ha definido la general lo hará la última etapa, la reina. 150 kilómetros camino de Saint Colomban des Villards con el mítico Iseran (2.764 m) de salida y traca final con el exigente Chaussy y meta a mitad del Glandon. Ganará un escalador puro. Será cuestión de vigilar al colombiano Iván Sosa, reciente vencedor en Burgos.