El Alcorcón asaltó una Romareda vacía pero con las puertas abiertas tras los desgraciados accidentes de Atienza, El Yamiq y Cristian Álvarez, que decidieron un encuentro marcado por la igualdad y la falta de ritmo.
Era previsible que en el primer día del nuevo fútbol costara engrasar la maquinaria. La mayoría de equipos juegan a menos revoluciones de las acostumbradas. El Real Zaragoza, modificado por dos sensibles bajas como la de Javi Puado y Vigaray, no encontró la fluidez y la ligereza que le han transportado a la posición de ascenso directo de la que presume.
Falta de ritmo y de profundidad
Víctor Fernández planteó un encuentro con escasos puntales de profundidad. Cuatro centrocampistas de apoyo, de pedirla abajo y al pie, ya que junto al habitual binomio Eguaras-Guti aparecieron Kagawa y James. Sumados a un Soro muy centrado y a un Guitián notable, que argumentó con creatividad respuestas en salida de balón pero cuya falta de recorrido privó también de ciertos automatismos habituales.
Además, la A.D Alcorcón, imbatida como visitante, adaptable como un camaleón a los registros que pedía el partido, redujo todavía más la cadencia del encuentro con muchos pases de seguridad en su salida de balón. El Real Zaragoza dudoso a la hora de presionar, quizá por la idea de no desgastarse al 100% ante el apretado calendario, cedió minutos de iniciativa.
Sin embargo no sufrió. Solo un error de Atienza, antesala a la cascada de desgracias que ocurrirían al final, permitió a Stoichkov probar su habitual disparo lejano. El Real Zaragoza tenía el partido bajo esa sensación de falso control que existe en el fútbol. Pues nunca están todos los cabos atados en un deporte tan impredecible como este.
Fernández buscó velocidad con Blanco y Burgui y pasó al 4-1-4-1
La segunda parte arrancó con la entrada de Álex Blanco por Kagawa. El nipón oposita a ser el futbolista que más veces ha sido sustituido al descanso en un temporada blanquilla. Su partido no fue ni malo ni destacable. Esa intermitencia no suele compensar la pérdida de características que pierde el Real Zaragoza con él en el campo.
El equipo pedía velocidad y Fernández trató de buscarla. Después incluso con Burgui, desplazando a James al interior izquierdo y adaptando un 4-1-4-1 que agitara el árbol. Sin embargo lo que se acabó agitando fue otra cosa: La portería de un Cristian Álvarez que no podía creer que en pocos minutos sus centrales le hubieran vendido en dos acciones consecutivas y evitables.
Atienza, el futbolista con mayor acierto en el pase de la categoría, erró un segundo control y regaló a Sandaza la ventaja. El Yamiq, subido a los altares hasta ahora, impenetrable, mostró ese exceso de confianza que ya destiló en su debut en el Carranza y concedió el 0-2. Todavía quedaría la falta de comunicación de Jawad y un Cristian Álvarez que debió imponer su voz al central marroquí.
El Real Zaragoza se puso 0-3 abajo con uno menos. Pocas naves se podían quemar. Víctor dejó descansar a Luis Suárez y Linares moldeó con su gol una noche triste y desoladora. Solo es un partido. Todavía quedan 10 finales, y en tan pocos días que apenas hay tiempo para lamentarse. Pero si que habrá que fijarse en como influye el aumento de la exigencia con el rendimiento del equipo. La presión, el miedo a fallar ante un cita histórica… Son variables a las que el Real Zaragoza también se tendrá que enfrentar.