El partido ante el Numancia y lo que se avecina, dejan varias reflexiones a tener en cuenta que pueden resumirse en una palabra aplicada a varios factores que nos han traído a este producto de euforia/ilusión: chapeau.
Chapeau a una plantilla que ante los sorianos volvió a vaciarse en el campo.
Podremos debatir que quizá faltó cierta rapidez en la circulación del balón en los primeros 45 minutos, y se perdió una bonita oportunidad de apurar más a un equipo que se aplicó en defensa al cien por cien, no cometió errores y se llevó lo que vino a buscar sin teatros ni pérdidas absurdas de tiempo.
Que mereció más el Huesca es innegable, pero últimamente al equipo le cuesta mucho hacer goles, quizá por habernos malacostumbrado en los meses precedentes con goleadas o tantos en la primera vez que se pisaba el área.
Sea como fuere, el Huesca no pudo pero tiene una vida extra el sábado en Valencia. Depende de sí mismo, pero de la misma manera no está obligado a ganar ni a jugar obligatoriamente por un objetivo con el que se sueña, pero con el que era impensable contar al inicio de la temporada.
Así que pase lo que pase el sábado, me quito el sombrero ante un grupo que lo ha dado todo, que ha llenado de ilusión a una ciudad y que ha despertado a una provincia que estaba dormida, y demuestra una vez más que la historia, el palmarés, el escudo o la camiseta no ganan partidos, que se lo digan a Mallorca, Elche, Oviedo y algunos otros.
Chapeau para Anquela, que a los fantásticos meses de la pasada temporada suma otro año excepcional, con el único borrón de no aclarar su futuro tras la permanencia del equipo.
El domingo volvió a estar imperial en sala de prensa, cuando algún arrimado que sólo ha visto las vacas gordas, le preguntó si había sido una oportunidad perdida el no haber ganado.
El “somos el Huesca” que popularizara Antonio Calderón cobró vida en boca de Anquela, con toda la razón del mundo. Porque parece que el Huesca debería jugar la fase de ascenso por decreto e incluso haber peleado la cuarta o quinta plaza.
“Lo del Huesca es un éxito rotundo”
Acabe como acabe el partido del sábado, lo del Huesca es de un exitazo rotundo, porque como ya he dicho muchas veces: la memoria en el fútbol suele ser papel mojado y a pesar de eso, con la humildad que pregona Anquela, también se consiguen muchas cosas.
Chapeau finalmente para una afición que animó como nunca a los suyos, que apretó de lo lindo cuando llegaron los goles del Reus en Valladolid, que no abandonó al equipo en ningún momento del partido, y que desafió a la lluvia y no le importó mojarse: con afición así, yo voy a cualquier sitio.
Disfrutemos de este presente venturoso. Pase lo que pase el sábado no perdamos la perspectiva de qué clase de equipo y club es el Huesca, que aunque chico en comparación a otros, crece día a día. Al paso que va, en algunos años, podrá mirar a los ojos a cualquiera.