Agitado, activo y visceral como pocos. Su imagen es fiel reflejo de lo que esconde su alma. Entregado a todo lo que hace, reposa a mi lado un jugador con un tremendo carisma que esconde un corazón enorme. “Soy uno del montón”, me dice, a la vez que reconoce que se siente muy querido por la gente. “Todo lo que tengo me lo gane con el sudor de mi frente”, prosigue. Aquí me detengo y le observo; está a mi lado un guerrero del fútbol. Un joven con alma de hombre al que la vida le ha enseñado a aprovechar todo lo bueno que en ella se brinda. Es ‘Chimy’ Ávila, un comandante vestido de futbolista.
Cansado por el esfuerzo del entrenamiento es de obligada pregunta saber cómo se encuentra el equipo. Me mira, sonríe y comenta: “Estamos en un buen momento. Este equipo todavía no puso el techo. Va demostrando que va para arriba, seguimos creyendo e ilusionados con ascender”. Y entonces me desvela cuál ha sido la clave para soñar tan alto: “Cuando nos ponemos en la cabeza que nada es imposible”. “El equipo al llegar a 50 (puntos) quería más y soñamos en grande, esa fue la clave”, afirma.
Y allí, en ese sueño, es parte importante la figura de ‘Chimy’ Ávila. Un jugador que con el paso del tiempo se ha convertido en pieza clave de esta SD Huesca. “Me sacrifiqué cada partido. Correr, meter y jamás rendirme”, me espeta. “Soy uno más del montón, querido por la gente y muy agradecido”, recalca. Pero si algo me llama la atención es su aparente madurez futbolística. “Soy una persona que voy partido a partido, día a día, no salto etapas. Disfruto mucho de lo que hago porque uno no sabe lo que va a pasar mañana”, indica.
Aunque tiene claro que su papel no es el mismo que en el inicio. “El míster me ha dado confianza. Uno viene a aprender, no eres el mismo jugador con 18 (años) que con 30”, explica, aunque me deja claro que su etapa aquí “por ahora es una de las mejores, pero creo que la mejor está por llegar si se siguen haciendo las cosas bien”.
“Tuve una vida muy dura, muy negra, de chico”
En ese momento me viene a la memoria aquel viernes en El Zorrilla. “No sé si fue el peor momento, pero fue algo muy fuerte. Estaba recibiendo muchos golpes y el árbitro no me lo miraba. Los jugadores rivales ya saben que uno es temperamental y me andaban buscando. Me levanté y le choqué. Algún día me lo cruzaré (por el árbitro) y le preguntaré qué es lo que vio”, me comenta con gesto sorpresivo. Eso sí, a la vez se sincera y reconoce que aprendió del error. “Es bueno equivocarse porque sin equivocación no hay aprendizaje”, aclara.
Y entonces le recuerdo aquel abrazo con el recogepelotas Miguel que ablandó casi todos los corazones azulgranas. “Fue un gesto espontáneo, cariñoso y muy sincero”, dice. Lejos de profundizar en ello le pregunto por otro joven llamado Mario. “Me mandaron a través de Mayte un vídeo de un chico que había sufrido un traumatismo en un brazo y soñaba con conocerme. Yo le mandé un vídeo y después le hicimos una sorpresa que no sabía nadie. Fui a su casa, toqué la puerta y llegué con una camiseta mía”, explica.
Para luego después conocer a través de redes sociales la ilusión desmedida que le hizo a Mario haber podido conocer a su ídolo. “Es lindo que los chicos sean felices. La felicidad de los chicos es primordial. Si ellos son felices, nosotros lo somos”, manifiesta.
“Del barrio que salí aprendí que si no luchas y no eres consciente en tu cabeza, no eres capaz de nada”
En ese momento conozco al ‘Chimy’ más profundo, más humano y viajamos en el tiempo para conocer a ese niño que un día fue. “Yo tuve una vida muy dura, muy negra, de chico. Tuve la suerte de tener unos padres que me inculcaron unos valores, pero había miles de maneras para desviarte”, reconoce.
“Del barrio que salí aprendí mucho. En Empalme Graneros (barrio de su Rosario natal) aprendí que si no luchas y no eres consciente en tu cabeza, no eres capaz de nada. La vida se trata de eso, de luchar y proponerte cosas positivas en la cabeza”, afirma.
Hablar de su familia nos lleva a un lugar donde todo tiene sentido. El cariño de sus palabras me provoca ternura, su mirada se entristece y me recuerda que “hace un año que no la vemos y cuando la ves no te alcanza el tiempo. Disfruto mucho de mis padres, de mis 9 hermanos. Sufro mucho el temor de perderlos. No sé si algún día cuando ellos se marchen podré estar allí para despedirlos, por eso disfruto mucho de cada segundo que paso con ellos”, reitera con una voz entrecortada. En ese momento, un suspiro al que luego le pone palabras. “Mi vieja pasó mil y una conmigo. Estoy muy agradecido a ella. Cuando me quería desviar también estaba mi papá”, aclara.
“Mis dos hijas y mi mujer es lo más grande que me dio Dios”
Atento y visiblemente emocionado, prosigue desnudando su intimidad. En ese momento aparecen las tres mujeres que actualmente llenan su vida. “Mi familia son mis piernas. Mis dos hijas y mi mujer es lo más grande que me dio Dios. Junto al fútbol, es lo mejor que me ha pasado en la vida”, asegura. En ese instante me viene a la cabeza cómo es el ‘Chimy’ papá, a lo que me aclara: “Uno no nace siendo padre, los hijos te van enseñando. Disfruto cada juguete, cada vez que pintamos, cada pedaleada en bici. Tuve la suerte de que me las pude traer a España”, afirma aliviado.
Pero hay otra cosa que le hace feliz, que le esboza una sonrisa: su Argentina natal. Se apresura y me comenta que “estoy orgulloso de ser argentino, estoy orgulloso de mi país”. Entonces, me habla de sus inicios futbolísticos. El gran recuerdo de Tiro Federal es el comienzo: “Pasé de todo, cosas lindas y cosas malas. Las tengo siempre presente. Es un club de barrio. Hoy no es el club que ‘Chimy’ conoció. Algún día me gustaría regresar a él”, reconoce.
Aunque si hay un club que siempre estará en su corazón y que es el actual portador de sus derechos ese es San Lorenzo de Almagro. “Cuando estaba entre tinieblas aparecido San Lorenzo”, afirma. Tuvo un paso fugaz por el Espanyol en su primera experiencia lejos de Argentina. “Estuve 6 meses, fue una experiencia muy linda. Vine solo, y ya estaba de novio con mi mujer actual. No era el ‘Chimy’ de hoy, me faltaba mucho”, se sincera.
“Huesca es mi segunda casa, allá donde vaya estará en mi corazón. Me gustaría renovar, pero no depende de mi.
En ese momento me habla de una de sus metas como jugador. “Siempre sueño con vestirme la albiceleste. No me apresuro a correr; algún día que me toque, el ‘Chimy’ la va a defender con su vida y su alma”, reconoce con orgullo. “Es la época de Messi. Es de otro planeta, yo lo conozco de Argentina, es de Rosario como yo, aunque no he tenido la suerte de hablar con él“, añade. Le comento sobre la posibilidad de enfrentarse aquí la temporada que viene con él y nuestros ojos se agrandan. Eso sí, “lo que no haría es pegarle una patada, sino igual no me dejan vestir la albiceleste más”, comenta entre sonrisas.
Todavía le queda un año más de contrato con San Lorenzo y afirma que “todavía no sé qué va a pasar con mi futuro. Le debo mucho a San Lorenzo, me formó como jugador”, aunque reconoce que “Huesca es mi segunda casa, me lo hizo sentir la gente, el club, los compañeros… Si algo me gustaría sería renovar aquí. Pero ya no depende de mí. Allá donde vaya Huesca estará en mi corazón”.
Tatuado en casi todo su cuerpo, hay algunos de ellos que tienen un sentimiento especial. “Las estrellas me gustan porque me iluminan. En el brazo izquierdo la guerrera con un arma es como mi mamá. Crió sus 9 hijos sola. Para mí ella es mi guerrera”, concluye.
Le estrecho mi mano y agradezco su tiempo. Me marcho con la sensación de haber conocido a una persona íntegra, un luchador empedernido. Un joven con corazón rebelde, pero noble y agradecido. Una persona que ha tenido que luchar mucho para llegar a donde ha llegado y que por encima de todo, valora las cosas que en definitiva son importantes. Su cariño por la familia y por su raíces son una lección de vida, un ejemplo al cual aferrarse, el más sincero de los sentimientos. A veces no sabemos lo que tenemos hasta que lo perdemos. Hasta luego, comandante.