ZARAGOZA | Pocos pueblos de 40 habitantes cuentan con un campeón del mundo. Pero Javierre, una pequeña localidad en el corazón del Pirineo, sí. Además, y tiene guasa la cosa, su campeón del mundo compite con la selección belga, corre con el Club Atletismo Intec-Zoiti y es graduado en Fisioterapia. Hablamos de Christian Iguacel, un atleta internacional con la cédula de identidad entre el Valle de Bielsa y Amberes, que se convirtió en Campeón del Mundo de 4×400 el pasado mes de marzo en Glasgow. Además, en su posta plantó cara al número uno del mundo en 100 y 200, el estadounidense Noah Lyles.
Aunque subió al podio con Bélgica, sus raíces aragonesas son innegables, y no solo porque le delate su perfecto uso del castellano. Da la casualidad de que el atleta comparte apellido con el milenario Monasterio de Santa María de Iguacel, enclavado en la Garcipollera (Jacetania). Pero su rincón predilecto está unos kilómetros más al oeste, en el pueblo donde ha pasado los veranos desde niño.
“Siempre he sido buen deportista y mis abuelos siempre han insistido en que me dedicara al deporte”, cuenta Iguacel. Aunque mucho antes de ganar campeonatos en la pista, Christian confiesa que sus planes eran distintos: “Empecé jugando al fútbol. Siempre quise ser futbolista”. Una afición que heredó de su padre, exportero del Unificacíon del Alto Cinca (UDEC), el equipo del valle.
Sin embargo, preparando el físico para mejorar como futbolista encontró su verdadera vocación y desde entonces su vida ha estado marcada por el atletismo. Empezó a competir con la selección belga en 2015, cuando tenía 18 años, y casi una década después, el niño que soñaba con ser futbolista ha disputado d0s Campeonatos del Mundo de Atletismo: el recién conquistado en Glasgow y el celebrado en Eugene, Estados Unidos, en 2022. Su palmarés lo completan varios títulos nacionales belgas, el último de ellos, conquistado una semana antes de ser proclamado campeón del mundo.
Esta historia es todavía más meritoria si contemplamos el hecho de que Iguacel ha compaginado el Atletismo con la carrera de Fisioterapia. Unos estudios que pretende poner en práctica cuando termine su carrera deportiva a los treintaitantos, “que para eso lo he estudiado”, bromea.
P. Entre estudiar y entrenar, ¿ha tenido cabida la vida universitaria?
R. He tenido una vida universitaria como todo el mundo. No me gusta mucho la fiesta… Prefiero salir con mis amigos a tomar una copa y llegar a una buena hora porque al día siguiente hay que entrenar.
P. ¿Cuáles son tus hobbies?
R. ¿A parte de correr? -bromea- El atletismo lo sigo viendo como un hobbie porque un hobbie es lo que te gusta hacer y a mi me gusta correr.
Aunque también le gusta quedar con sus amigos para jugar a juegos de mesa y se considera cinéfilo. Su película favorita es Armageddon, un film estadounidense del 98. Antes de correr no tiene supersticiones: “Siempre voy con la misma mentalidad a las competiciones. Confío mucho en el trabajo que he hecho y sé de lo que soy capaz. Si te centras en lo que haces siete por días semana, harás una buena carrera. Y de esa carrera salen los resultados que sean”, explica. Y los resultados, en su caso, son muy positivos.
P. ¿Qué se siente cuando te conviertes en un Campeón del Mundo?
R. Antes del campeonato pude soñar con ser campeón del mundo, pero cuando terminas y lo eres es una locura. Te suben las pulsaciones a mil.
Iguacel tiene por delante la posibilidad de clasificarse para los Juegos Olímpicos de París 2024 y buscará una plaza en los Mundiales al aire libre que se van a disputar en Bahamas. Mientras tanto, seguirá aportando su granito de arena para que el Zoiti consiga la permanencia en la liga de División de Honor masculina, que empieza ya, el 13 de abril.