Cristian Álvarez cumple cinco años en el Real Zaragoza. Vestido de mago, de superhéroe, de santo y de loco. Todo eso define a Cristian, que siempre fue muchas cosas en una sola. Un futbolista atípico, cómodo en la portería y en las redes más especiales de este fútbol. Feliz en el sitio que le rescató de su retiro. Feliz en el lugar que le recordó que en sus manos todavía había milagros.
Su profesión se basa en una rareza. Su misión es evitar el canto más feliz del juego: el gol. Y en esta ciudad y este siglo, Cristian Álvarez lo ha hecho mejor que nadie. Por el camino saltó en el Anxo Carro para marcar un gol que significó media salvación. Aquel día firmó un imposible en la portería contraria, en el lugar opuesto al que ha firmado tantos otros.
Cristian Álvarez llegó a Zaragoza como si el fútbol ya no le perteneciera. Triste, desaliñado y con la mirada perdida. Como si el juego que le enamoró de niño fuera otro en el embalaje profesional. La rutina, el ejercicio de su profesión y la defensa de una portería llena de símbolos, le hizo recuperar la ilusión. Su condición de portero único ha hecho el resto.
La Romareda entendió pronto su genialidad y hay pocos momentos tan especiales como la ovación unánime que le dedica el Municipal en sus intervenciones. Álvarez, que siempre se movió por parámetros distintos al resto, valora el cariño de la grada por encima de todas las cosas. En una rueda de prensa inoportuna, en la que nadie esperaba grandes titulares, Cristian Álvarez dejó una frase para el recuerdo: “No encuentro mayor motivación en mi carrera que seguir defendiendo la portería del Real Zaragoza”.
En sus paradas, hay un vuelo felino, estético y acróbata. Pero en su juego, también hay un punto de meditación y de reflexión. Vive el partido en un trance raro, como si quisiera anticipar el siguiente paso del juego, el lugar hacia el que tendrá que volar después. Los ídolos se descubren a veces en el período más negro y en ese lugar apareció Cristian, capaz de convertir lo mágico y lo excepcional en una de esas rutinas que se ven cada fin de semana.
Cristian Álvarez es quizá el héroe más especial de los últimos tiempos. Y, precisamente, por la suma de todas sus genialidades y rarezas, admirarle y quererle para siempre es lo más natural del mundo.