Carlos Logroño se encuentra inmerso en otro de esos mundos de piedra, de paredes imposibles al alcance de muy pocos y que despiertan la admiración en muchos. El pasado martes 19 voló a Chile. Rumbo al espectacular Valle de los Cóndores, primero, y al cajón del Maipo, después. Dos zonas de escalada tremendas y de belleza distinta. Será un mes el que estará por allí uno de los más veteranos escaladores del panorama nacional. De pulsaciones bajas, ‘Citro’ es la reencarnación de la paciencia. Es uno de los grandes veteranos. Un tipo que sigue cosido a las paredes. Se acerca a los 50 y allí sigue, con la ilusión por bandera, proyectando nuevos retos… y cumpliéndolos. Un ilustre que sonríe con picardía cuando echa la vista atrás, que sabe todo sobre la escalada; sobre lo que ocurre y se vive en esos mundos de piedra.
Embajador de La Sportiva y Singing Rock, el Valle de los Cóndores y el sector de La Cárcel –ver vídeo de Adam Ondra- son el objetivo de ‘Citro’. Ya ha dejado alguna imagen en redes sociales. “Tenía ganas de conocer el Valle de los Cóndores. Voy a trabajar en unas sesiones de fotos para La Sportiva y Singing Rock y también me voy para echar de menos lo que tanto me gusta que es Rodellar”, dice. No es para menos. Sus paredes son únicas. Sitio de peregrinaje, escaladores de todo el mundo se dan cita para buscar o repetir vías. “Es uno de los cinco mejores lugares que hay para escalar y así lo ratifica la cantidad de escaladores del extranjero que vienen aquí”, apostilla ‘Citro’.
Es la segunda vez que ‘Citro’ viaja a Chile y la primera al Valle de los Cóndores. Antes fue a hacer un intento a las Torres del Brujo. “Es como irte a la Luna. Es algo espectacular. Todo es diferente. Ves las fotografías, los vídeos y no te puedes imaginar cómo puedes subir esos sitios”, dice. Fue, precisamente Adam Ondra y un amigo chileno quienes le inocularon las ganas por el Valle de los Cóndores. “He conocido muchos sitios del mundo y cuando vi este, la verdad es que me apeteció mucho ir”, acota.
El vídeo de Ondra describe un territorio volcánico marcado por una gran cascada que divide la zona de escalada en dos partes. Es un golpe para la vista. Te sumerge en una dualidad donde el todo y la nada, aunque sea un oxímoron, se dan la mano. Es un desierto sin vida ni vegetación, donde hay roca, un río y detrás grandes montañas. Un lugar que para los escaladores de la estirpe de ‘Citro’ es, sencillamente, grandioso. Y allí, con nombre propio aparece La Cárcel, el sector “que más me llamó la atención y donde se hará lo que se pueda”.
De allí se irá al Cajón del Maipo. Es una zona menos desplomada, más granítica y las parees son más verticales, más técnico “y con una vista más europea”. El 19 de diciembre regresa a Huesca, “a casa por Navidad”, para después partir a Islandia, a sus hielos perpetuos. “Es uno de los mejores sitios para escalar en el mundo. Todo es diferente allí”, señala. Va a ir con otro aragonés como es Manu Córdova y con el cámara Javier Pec.
El cuarentañero ‘Citro’ es uno de las grandes referencias de la escalada. Con Ben Moon y Yuhi Hirayama –mayores que él, recuerda- forman parte de ese núcleo de escaladores fuertes y que siguen haciendo cosas al alcance de muy pocos. ¿El secreto de su longevidad en las paredes? “Son metas que uno se pone en la vida y a corto plazo. Todo eso hace que las cosas se hagan de forma rápida y enseguida pongas otra. Si las pones a largo plazo igual es cuando te desmotivas”.