El Real Zaragoza se fue satisfecho con el punto cosechado ante un Mallorca al que ni siquiera puso en apuros. Suena triste, pero es la realidad. El equipo de Rubén Baraja salió al campo como lo hacen los equipos de Segunda División B cuando tienen que enfrentarse a uno de los grandes en la Copa del Rey. Con la mirada nerviosa y la esperanza de conseguir una improbable victoria, la cual celebrar como si de una gesta se tratase.
El Real Zaragoza ha adquirido con el paso de las jornadas un peligroso olor a equipo pequeño. El mismo con el que cada año vienen a La Romareda equipos de la zona baja de la tabla. Ante el Mallorca, Baraja plasmó un planteamiento cobarde, replegando las líneas, dándole el balón al equipo balear y esperando un golpe de suerte en las áreas.
De no ser por la alineación indebida del Alcorcón, el Real Zaragoza sería penúltimo, solo por detrás del equipo madrileño. Un conjunto que ha sufrido el coronavirus como nadie, impidiéndole alinear a la mayoría de sus futbolistas profesionales y debiendo aplazar alguno de sus partidos. La realidad del Real Zaragoza es desoladora. Ya no porque sea el peor equipo de la categoría. Que lo es. Sino porque cada partido salta al verde con un complejo de inferioridad impropio de un club que hace años peleaba con los grandes.
Es el octavo año en Segunda División. Y el Real Zaragoza debe tutearse con los grandes de la categoría. Sin alardes, pero tampoco con miedo. Dar por bueno un punto ante el Mallorca y validar una derrota por la mínima ante el Leganés son síntomas de lo tremendamente pequeño que se siente un equipo que necesita desde ya un cambio radical en el banquillo.
Los recursos de Luis García ante la incapacidad de Baraja
Poco pudo durar el encuentro. Luis García Plaza tenía estudiado al dedillo al Real Zaragoza. Así lo demostró con la altísima presión que planteó durante los primeros compases de partido. Robar en campo contrario y anotar rápido fue el plan del equipo mallorquín desde el comienzo del encuentro. La presión tras pérdida y las ayudas entre compañeros fueron una constante en el Mallorca. Con un Febas inspirado en la elaboración, el Real Zaragoza vio sobre él un vendaval de juego y de intensidad por parte del Mallorca. Hasta nueve jugadores rojillos presionaban la salida del conjunto de Baraja cuando el balón llegaba a los costados.
La asfixiante presión del Mallorca desactivó a los centrocampistas blanquillos. Mientras, los delanteros zaragocistas se enfrascaron en un cuerpo a cuerpo con los centrales en los que no fueron capaces de salir vencedores. La falta de acierto provocó que el Real Zaragoza saliese airoso del primer cuarto de hora de juego. El paso de los minutos obligó al Mallorca a bajar la intensidad de su presión, haciéndose con el control del esférico y buscando romper las líneas defensivas del Real Zaragoza a través de jugadas más elaboradas. La pizarra del técnico visitante superó y evidenció la distancia existente entre ambos equipos en la clasificación.
Los laterales, un arma de doble filo para el Real Zaragoza
Luis García Plaza buscó alternativas en los costados. La debilidad del Real Zaragoza en los laterales provocó las llegadas constantes del Mallorca por las zonas exteriores. La potencia de Amath, Lago Junior y las subidas de Sastre y Cufré atosigaron a los laterales zaragocistas. Con Febas a los mandos, el Mallorca encontró la espalda de Nieto en varias ocasiones. Los movimientos de arrastre le llevaron a perder su posición. Mientras tanto, Sastre encontró un carril totalmente liberado en el que poder aprovecharse de los despistes de Nieto y Chavarría.
Tejero también sufrió las acometidas de Lago Junior y Mboula, dos de los jugadores más peligrosos en el uno contra uno de LaLiga SmartBank. La escasa presencia de Bermejo en labores defensivas provocó que se generaran situaciones de uno contra uno o dos contra uno ante el ‘5’ zaragocista. La falta de ayudas y coberturas tanto de Bermejo como de Atienza estuvieron cerca de costarle al Real Zaragoza la derrota.
La salida de Mboula en la segunda mitad fue el mayor quebradero de cabeza para los defensas del Real Zaragoza, mientras Baraja era incapaz de reaccionar desde la banda. El extremo catalán retó en reiteradas ocasiones a Tejero. En la acción más peligrosa del Mallorca, Bermejo no llega a tiempo en la ayuda, mientras que Atienza se encuentra demasiado alejado para hacer la cobertura en caso de que Tejero se vea superado.
Los laterales han sido la vía de escape de Baraja para generar algo de peligro en ataque. La falta de calidad en el centro del campo y los escasos balones que llegan a los delanteros, han provocado que el técnico haya visto en los laterales una salida. Ambos con un carácter ofensivo, fueron los encargados de poner los mejores centros y generar dudas en la defensa mallorquinista. Sin embargo, también fueron la zona más débil y aprovechada por el Mallorca. En la balanza, los laterales del Real Zaragoza restaron más de lo que sumaron.
La labor de Chavarría en el Real Zaragoza
El Real Zaragoza volvió a evidenciar un problema que va más allá de la persona que se siente en el banquillo. Mientras que los jugadores del Mallorca buscaban acciones de uno contra uno, tan solo Chavarría intentaba jugadas de este tipo. El ex del Olot demostró su valía en el lateral, pero la escasez de jugadores que intenten algo distinto en ataque le han llevado a ocupar posiciones más adelantadas. De uno de sus regates llegaría una de las ocasiones más peligrosas del Real Zaragoza. Tras superar en un uno contra uno a Sastre, Chavarría pone un centro ante la entrada de Toro Fernández, que no llega al balón por milímetros.
La dirección deportiva planificó una plantilla con jugadores atractivos y atrevidos en el uno contra uno. Sin embargo, el esquema y forma de juego de Rubén Baraja no ha permitido que este tipo de jugadores brillen. Las llegadas de Bermejo, Zanimacchia, Narváez y Larrazabal o la continuidad de Papu y Raí. Todos son jugadores hábiles con el balón y una gran capacidad de desborde, pero ninguno ha sido capaz de realizar jugadas de este tipo. Ante esta situación, Chavarría ha tenido que modificar su posición para convertirse en el único peligro ofensivo del Real Zaragoza.
La necesidad de la cohesión grupal
Néstor Pérez, ex entrenador de la SD Ejea, definía la situación de la plantilla del Real Zaragoza en el programa Qué me estás contando: “La labor de un entrenador es darle a cada músico su instrumento, pero si uno viene de tocar el tambor y le das una trompeta, pues será muy buen músico pero…” La fe ciega en el 4-4-2 ha terminado por desnaturalizar a la mayoría de jugadores, peligrosos al espacio y sin un gran sacrificio defensivo.
La dirección deportiva construyó una plantilla atractiva, con jugadores anárquicos y agresivos en el ataque. Sin embargo, Baraja quiso todo lo contrario. Pretendió un equipo que se acostumbrase a defender, con centrales blandos y erráticos, laterales puramente ofensivos, mediocentros creadores y poco destructivos, extremos habilidosos y delanteros rematadores.
Néstor Pérez: “La labor de un entrenador es darle a cada músico su instrumento, pero si uno viene de tocar el tambor y le das una trompeta, pues será muy buen músico pero…”
El Real Zaragoza actual es un conjunto de islas. Cada jugador busca lo mejor por su cuenta. Desde una posición atípica para cada uno de ellos y sin una cohesión grupal básica en un equipo profesional. Pese al mal juego, el Real Zaragoza pudo incluso llevarse los tres puntos en la recta final. Pero la falta de automatismos y cohesión entre sus atacantes evidenciaron la cruda realidad de este equipo.
Larrazabal consiguió llegar a línea de fondo tras una buena triangulación en el centro del campo. Vuckic y Zanimacchia llegaron solos al remate. Ambos realizaron el mismo desmarque, hacia la misma posición. Pero el extremo vasco puso el centro hacia la única zona no ocupada del área. Una muestra de la desconexión existente entre jugadores con calidad, pero que con un buen puñado de partidos jugados siguen sin entenderse.
La necesidad de un cambio radical
El Real Zaragoza necesita un cambio radical. Ante la imposibilidad de cambiar la plantilla, la dirección deportiva debe buscar en el banquillo un relevo que dé un giro completo de guion. El equipo aragonés ha suspendido en el tramo más sencillo de la temporada, ante rivales de la zona baja de la clasificación. Ahora, y con los puestos de descenso demasiado cerca, el Real Zaragoza deberá enfrentarse a los cocos de la categoría.
Rubén Baraja ha fracasado en el banquillo del Real Zaragoza. El equipo ha fallado en la generación de juego. Pero también en los resultados. El banquillo necesita un relevo y pide a gritos un inquilino que sepa ordenar y entender a sus jugadores. El entrenador debe ser un facilitador. Una persona que dote a cada jugador de un espacio ideal en el que poder desplegar todo su potencial y que les permita brillar de la misma forma que lo hicieron en sus anteriores equipos.