Sí, ya está aquí el pesado de “con el nombre no se gana.” Ya perdonarán, lo escribo demasiadas veces pero es porque realmente lo pienso, y porque muchas veces, inconscientemente, también lo practico.
Alemania se fue a casa en el Mundial a las primeras de cambio, como le pasó a España hace cuatro años. Selecciones con poco nombre futbolístico han jugado este Mundial y en algunos casos, no han sido una comparsa. Se me ocurren Islandia o Senegal, aunque a Irán o Marruecos los tenemos mucho más frescos en nuestra memoria.
Pero la cosa no va del Mundial. Tendemos a creer que el equipo grande siempre le ganará al pequeño, para el que nunca hay posibilidades. Y cierto es, que los grandes son grandes por algo, pero también que once contra once, hay que demostrarlo. Por eso en el fútbol pasan cosas como que Islandia esté en una Copa del Mundo, o que el Alcorcón de Segunda ‘B’ le ganara 4-0 al Real Madrid en Copa del Rey.
Cuento todo esto, porque este año, algunos que van de sabios y se piensan que tú eres tonto, y que pareces Paco Martínez Soria en ‘La ciudad no es para mí’, nos han dado tal cantidad de lecciones que nos han saturado las neuronas, para luego, darnos cuenta que no tienen ni idea de nada, y que más les valdría repasarse la cartilla de preescolar, en lugar de salir a darnos lecciones a los demás.
Se nos llamó acomplejados en vísperas de un derbi, a los aficionados del Huesca, a parte de la prensa e incluso al presidente Lasaosa. Me encanta compartir ese título tan honroso con Agustín, teniendo en cuenta que quien lo escribió tendrá el placer de ver el Francisco de la Hera o el Martínez Valero nuevamente el año que viene.
Y es que, y en esto sí me permito dar lecciones, no se puede salir en la tele, hablar por la radio o escribir en la prensa con la bufanda anudada al cuello, ni aunque estemos bajo cero.
Me he divertido bastante leyendo la saga de “X” equipos de Primera tienen menos capacidad que el estadio de mi equipo, o “X” equipos de Primera no suman tantos abonados como mi histórico equipo. Lástima que el escribano del sainete no miró las cuentas, porque la historia no se escribe únicamente con títulos y gestas europeas, sino que las leyes concursales o los concursos de acreedores, también escriben su nombre en las historias de los clubes. Curiosamente, los dos clubes con los estadios más modestos y pequeños de Primera División, tienen sus cuentas saneadas, están al corriente de pago y nunca han debido un duro a nadie. Lo dicho: las bufandas para cuando vayamos a la nieve, o arrecie el cierzo por la ribera del Ebro, y para los lectores, televidentes y radioyentes, sinceridad en las redacciones y criterio en las opiniones, porque algunas se sostienen menos que la “casita” de paja del cuento de ‘Los Tres Cerditos’.
Cada uno es libre de escribir, decir o pensar lo que quiera, Dios me libre de ser yo quien diga lo que se debe decir o escribir, pero a cada equipo no lo pone en su sitio ni los árbitros, ni Tebas, ni el “derbi”, sino que cada uno está donde está por lo que ocurre sobre el césped en un grandísimo porcentaje, y lo demás, son milongas.
Cierto es que no es lo mismo que te apoyen 30.000 que 5.000, pero al final, miren quién está en Primera y quién en Segunda. Equipos como Sporting o Zaragoza, a pesar de mover una afición a la que no me cansaré de aplaudir por su apoyo constante, se quedan otro año más en una categoría que no les corresponde por nombre, pero es que por el nombre no se gana, no sé si se lo había dicho.