Ignacio Suárez recaló en el Bada Huesca para hacer olvidar el juego de Sergio Pérez. El madrileño emprendió rumbo a la liga francesa, y el vasco de Bilbao dejó el Burgos de División de Honor B por el Huesca de la ASOBAL. El cambio lo notó. Bueno, lo sigue notando. Más velocidad, más calidad individual y como liga, más competitividad. Le tocó acoplándose. Sigue en ello. Hoy ha sido presentado de forma oficial e individual, en Zerimar, en la casa de un directivo de la entidad. Lo ha hecho dos días antes de la cita contra el Sinfin, con la satisfacción de llegar a ese partido tras la victoria en Cisne y ver el horizonte próximo más esperanzador. Eso sí, si el sábado por la tarde no se gana, mal asunto. Y es que esos dos puntos contra el siete pontevedrés sirvió para “liberar presión”, apostilla.
Esa “confianza”
El central no tiene empacho alguno en reconocer que se está “adaptando”. Allí juega un papel importante los otros dos jugadores para el puesto: Dijà y Miguel Malo. El juego que propone el equipo le va bien. Es un tipo de carácter explosivo sobre el 40×20, un chaval que, como desliza, “cada vez voy metiendo más conceptos en mi cabeza”. Cuestionado por este inicio de la temporada, Ignacio Suárez pone el acento en lo mismo que otros compañeros cuando han sido preguntados por lo mismo: “En ocasiones nos falta confianza”. Este Bada Huesca ha tenido importantes cambios de jugadores y todo requiere de un proceso de “cohesión grupal”, como lo denominó el central.
Y es que hay una cierta sensación de que este Bada Huesca, que marca en rojo el objetivo de la permanencia, ofrecerá su mejor versión con el paso de los partidos. De hecho, Nolasco, el técnico del siete altoaragonés, mantiene igual que el martillo golpeando el yunque la necesidad de evitar pérdidas de balones y ser más seguros en lanzamientos como los de 7 metros.