Pues al final, el Huesca ganó en Girona. Confieso que tuve que escuchar un par de veces los goles, porque cuando terminó el partido, seguía sin poder procesar el resultado. Genial los 3 puntos, superlativos Andrés y Seoane, que más adelantado gana y mucho, aceptable Buffarini en su lateral, aprobado Joaquín en banda, mejorando despacio pero seguro Mikel Rico, esperanzadores minutos de Gaich, y el resto nada.
Porque es difícil saber con qué Huesca quedarse: si con el de la primera parte de Zaragoza, donde supo dominar sin brillantez a un bravo Zaragoza, o con el de la segunda parte del derbi o el de Montilivi, donde le dominaron, le pasaron por encima y donde estuvo blando en casi todas las partes del campo, no sabiéndose imponer al rival.
Sufrió el Huesca desde el inicio, porque según confesó Ambriz, le despistó el sistema de 3 centrales que planteó Michel. El Huesca no disparó a puerta en la primera mitad, y solo pisó el área un par de veces con dos tiros desviados. Por contra, concedió mucho: Jairo y sobre todo Arnau, entraron por bandas, a Samu Sáiz nadie lo sujetó, repartió pases a diestro y siniestro como si jugara en la play station, y menos mal que el fuera de juego salvó al Huesca, porque el Girona se podía haber ido con dos goles a su favor al descanso.
Que de la pareja de centrales, el que no es central puro, destaque más que su compañero, dice mucho y mal de Ignasi Mikel, que sigue sin ser duro y contundente en su zona de influencia. Menos mal que Andrés volvió a vestir el traje de super héroe, una vez más. Hasta 9 paradas realizó el portero del Huesca, algunas de auténtico gato para dejar su puerta cerrada. Cómo sería la actuación del meta, que aunque en el gol su salida no fue la más ortodoxa, casi nadie recuerda el fallo.
Creo que todos nos dimos cuenta que el Huesca hacía aguas en el centro del campo: el equipo estaba largo no, larguísimo, y Seoane y Rico, que tampoco movían la bola con demasiado criterio, era imposible que contactaran con los futbolistas más avanzados del Huesca pues estaban muy lejos. Así las cosas, el equipo se perdió nuevamente en un quiero y no puedo, como pasara ante el Fuenlabrada, el Tenerife o el Oviedo.
No nos engañemos. El 0-1 fue un auténtico espejismo, porque aunque Ambriz dijera que en la segunda parte habían ajustado cosas, yo vi lo mismo: primer remate a puerta y gol sí, pero 30 segundos antes el palo había evitado el 1-0, y perdiendo en casa, el Girona tocó arrebato.
Siguió sufriendo el Huesca y los cambios de Mosquera y Nwakali, aunque me gustaron, no cambiaron nada de la dinámica peligrosa en la que estaba el partido. El Huesca siguió sin la pelota, y lo que fue peor, es que empató el rival, pues se veía venir. Cierto es que tras el empate, con Estuani ya en el campo, el Girona no llegó tanto, pero el Huesca siguió sin provocar ni proponer nada, y si el primer tiro a puerta fue gol, el segundo también.
Eso sí, una vez marcado el 1-2, el Huesca lo hizo perfecto: aunque el rival sacó un par de córner, los 7 minutos hasta el 90 y los 8 de añadido, el Huesca los jugó como un equipo grande: sin conceder ocasiones, terminando jugadas, teniendo la pelota, y buscando el fallo del rival para sentenciar. Ahí, mis aplausos.
Son 14 puntos en 10 jornadas y evidentemente, no son suficientes para lo que a todos nos gustaría, pero sobrevuela la sensación de que de momento, el Huesca no está para más. Las sombras ganan a las luces y eso es evidente. Eso sí, habiendo pocas luces, el equipo está mejor de lo que aparenta en muchos partidos.
Así que ya ven: sigo preocupado porque creo que el equipo sigue con muchas carencias, pero tiene pequeños chispazos que me hacen ilusionar, si son capaces de ganar a las dudas que el equipo genera en todos los partidos. Ya siento no decantarme, pero a veces me machaco la sesera lamentándome porque el Huesca no termine de arrancar debido a sus carencias, y otras, menos por el momento, me vengo arriba pensando en que a pesar de todo, hay algunas cosas que funcionan, y que una o dos veces pueden ser suerte, pero que más de dos ya es algo innato.