El cierre del mercado invernal de la SD Huesca puso en evidencia que la dirección deportiva azulgrana está tratando de generar un proyecto de autor. Confianza y presente fueron las palabras que surgieron en mis pensamientos tras la efervescente noche del cierre. Así entiendo yo el cómputo global de un mercado en el que Ziganda ha ganado obreros que conocen perfectamente su estilo mientras el club se ha desprendido de dos de sus apuestas. Solo así se entiende el trueque Obeng por Escriche y Kevin Carlos, aunque podríamos hablar de una hipotética rentabilidad económica a futuro. Que también cuenta y mucho.
Confianza para empezar en Ziganda. Se sabía pero los hechos también lo ratifican. Teniendo claro quién es la cabeza, que no siempre ha sido así, se entiende después la fe en el trabajo de Obeng, en el fútbol de Javi Martínez, la aportación de Juanjo Nieto y ese intangible diferencial que supone la pertenencia que encarna Juan Pérez. Confianza y presente. Presente porque la mitad de los fichajes llegan con una pronta fecha de retorno a sus anteriores hogares futbolísticos. Lo único que existe es el próximo domingo, es decir, esta temporada, y eso es lo que pretenden salvar Ziganda y Martín González. Lo demás ya vendrá.
Les justifica a ambos un dato de enorme trascendencia. La economía. Ambos heredaron unas cuentas de lujo desvirtuadas por el fracaso coral del anterior ejercicio. Eso lleva a pensar que este Huesca todavía no sea del todo real. Probablemente, será en el próximo verano cuando a la confianza y el presente se le pueda añadir algunos ingredientes más. El futuro y quizá la ilusión por soñar con algo más que la salvación. Un anhelo que permanece en el pensamiento de muchos futbolistas y también en su entrenador.