El joven mediapunta hondureño, criticado por creyente, tildado de homosexual y descartado por su combinado nacional, tendrá la oportunidad de seguir creciendo como futbolista tras firmar por el Huesca.
Aterrizó en España con 14 años. No sabía qué le iba a deparar su futuro más próximo pero ya desde bien pequeño tenía muy claro su sueño: convertirse en futbolista profesional. Un anhelo de muchos y que solo consiguen algunos pocos, muy pocos, bien gracias al trabajo, a la fortuna o a ambos. Con tal deseo pisaba Barcelona el 12 de febrero de 2011 Jonathan Josué Rubio Toro, un joven hondureño con ganas de comerse el mundo.
Lo dejaba todo para contar con una de esas escasas oportunidades ansiadas por millones de niños. Abandonaba a su familia, su hogar, a sus seres queridos para afrontar una aventura cuyo final quedaba para el azar; no tenía por qué salir bien, aunque así terminó siendo. Fue seleccionado entre más de 240 jóvenes que compartían sueño. Y ahí comenzó su aventura.
Criado en Honduritas y en la Escuela de Fútbol Juventud Henerma, con 7 años, tuvo de entrenador al chileno Néstor Rodrigo Matamala, su mentor y “padre futbolístico” como él le llama. Jonathan se formó en la Fundación Marcet hasta mediados de 2014 y gracias a ello fue sondeado por clubes como el Rayo Vallecano o el RCD Espanyol. Pasó aquel otoño entrenando con el FC Sion suizo para posteriormente decantarse por el Gil Vicente portugués, su primer club profesional. La primera temporada en la escuadra lusa la jugó en el juvenil y las dos posteriores en el primer equipo, con un paso entre medias por la Arandina. Su último curso en Portugal, pese al descenso del equipo, ha sido el de su consagración y lo que ha valido recalar en Huesca.
En octubre de 2013, en edad juvenil y con todavía 16 años, ya era titular indiscutible con el primer equipo de la fundación, el Tecnofutbol, perteneciente a la Primera Catalana, categoría que antecede a la Tercera División nacional. Fue en marzo de 2014 cuando su exentrenador en Honduras, Matamala, reveló el interés del equipo madrileño y perico por hacerse con sus servicios: “El presidente de la Fundación Marcet ha conversado con la gente del Rayo y del Espanyol. De momento son los equipos que se han mostrado interesados y ha hecho las pruebas en el aspecto físico y deportivo“. Sin embargo, ninguna oferta llegó a concretarse.
Criticado por creyente y llamado gay
Toro, en su experiencia en Sion, reconocía que le gustaba mucho la organización suiza y también la calidad de vida en el país alpino pero Portugal suponía una opción mucho mejor desde el punto de vista futbolístico. El 22 de enero de 2015 fue traspasado al Gil Vicente por 25.ooo euros, oferta “irrechazable” por Marcet. Con el juvenil de los Gallos Rojos anotó 13 goles en 14 partidos y en agosto, para afrontar el curso 2015/16, debutó con el primer equipo aunque con una sensación más amarga que dulce: falló un penalti en el 90′ que impidió la victoria de los suyos frente al CD Mafra. En el mes de noviembre debutó en Copa con triunfo y participó en las semifinales ante el FC Porto, participando en un total de 14 encuentros.
Entonces, Jonathan Toro comenzaba a averiguar qué significaba ser futbolista. Para lo bueno y para lo malo. Y es que fue duramente juzgado. Y no por la prensa, ni por la gente, sino por sus propios compañeros. Así lo relató el catracho en una entrevista concedida a DIEZ el 10 de junio de 2016: “Me han criticado mucho por ser cristiano y creer, muchos compañeros dicen que Dios no existe. El servir y guardarse para el matrimonio ellos lo ven como una tontería. De hecho, me molestan y me dicen que soy gay. La biblia es el manual de vida, si no la leemos no sabemos lo que tenemos que hacer. Con ella sabemos lo que es bueno y malo para tener una vida recta y con integridad”. Su meta no es otra que “honrar a Dios en todo lo que haga”.
Frustrante paso por la Arandina
La campaña 2016/17 la inició con el Gil Vicente en la segunda categoría pero en el mercado invernal fue cedido a la Arandina de Segunda ‘B’. Jugó 8 partidos, tan solo 2 como titular y se quedó sin marcar en la que para Jonathan fue “una mala experiencia y negociación de mi representante, el equipo era un desastre internamente”. Para los más curiosos, compartió vestuario con los exazulgranas Nacho Zabal y Rubén Garcés y se midió en el Reino de León a la Cultural Leonesa de Álex Gallar, contemplando sobre el verde una soberbia actuación de su actual compañero, que en aquel duelo anotó dos dianas para remontar y conseguir la victoria por 5-3.
El curso 2017/18, su último en Portugal, lo inició goleando y tras renovar por dos temporadas con Gil Vicente. Ha disputado 39 partidos, anotados 6 goles y repartidas 3 asistencias, convirtiéndose en uno de los jugadores más destacados de la plantilla con solo 21 años. Ahora, en Huesca, puede lograr lo que siempre ha soñado. Según su máximo valedor, la Fundación Marcet, su fichaje por el cuadro oscense “ha acabado engordando la lista de jugadores vinculados a Marcet que militan o han militado en clubes de Primera, situando el nombre de Jonathan al lado de ‘gigantes’ como Oliver Torres, David Soria, Han Kwang-Son o Pedro Arce“.
Otro nombre que ha disfrutado la fundación hasta hace bien poco es el de Caleb Rubio, que no es otro que su hermano. Son muchos los hondureños que año tras año forman parte de Marcet y Caleb, que llegó en 2014, ha sido formado durante cuatro años para posteriormente fichar por el Houston Dynamo de la Major League Soccer. Firmó el pasado mes de febrero con todavía 17 años y finalmente fue traspasado en junio, ya con la mayoría de edad.
Su selección y la falacia más dolorosa
En la Fundación Marcet siempre se pensó que Jonathan tenía “todas las papeletas para llegar al más alto nivel”. La propia fundación relata que su estancia allí “le permitió desarrollar su talento y mejorar cada vez más”. Es por ello que el hondureño siempre ha creído que debe representar a su país a nivel nacional. El 23 de agosto de 2017 comentó a DIEZ sus problemas personales con su selección: “Me pregunto por qué no me convocan. No sé si influye el hecho que esté jugando fuera y no ven mis partidos. A veces me pregunto por qué no he tenido la oportunidad, pero confío en Dios. Sé que si no me han llamado es porque no lo ha permitido. Sé que algún día Dios me dará esta oportunidad”.
Toro añadía que “nadie ha tenido contacto conmigo, nunca recibí una llamada, nunca me han hecho una convocatoria” y repasaba su trayectoria: “Salí de honduras con 14 años de Juventud Henerma, me preparé en Fundación Marcet tres años, después en Suiza y ahora en Portugal. Si no me convocan es porque no quieren“. El catracho, incluso, llegó a sentirse muy defraudado con la Bicolor al enterarse que mintió para no convocarlo: quedó fuera de la lista definitiva de la sub-20 para el Mundial de Nueva Zelanda de 2015 ya que “dijeron que el equipo no me había prestado y eso fue mentira“, declaraba.
Ante tal situación y queriendo las categorías inferiores de España convocarle, la Fundación Marcet, mediante el representante del jugador, J. Marcet, comunicó que Toro “está acelerando los trámites pata convertirse en ciudadano español. En principio no debería haber problemas. Jonathan tiene un abuelo español y nos estamos moviendo para que tenga pasaporte comunitario. Quiere vestir la camiseta de Honduras, es su sueño, pero si las cosas no cambian podría plantearse algo distinto. Es en Europa donde más se le está reconociendo su talento”.
Anteriormente, a principios de 2014, vistió la elástica de la selección catalana para participar en un amistoso frente a otro conjunto catalán, el Mercantil, pero un mes después se quedó sin disputar el Campeonato de Selecciones Territoriales sub-18 por causas desconocidas y por ello fue Marc Gual, jugador del Sevilla Atlético y pretendido por el Real Zaragoza, quien le sustituyó.
“Contactaron conmigo en octubre y no se pudo dar en enero”
Hace unos días y tras fichar por la SD Huesca, Jonathan Toro concedió una entrevista a La Prensa Honduras para comentar su llegada a la entidad altoaragonesa, una nueva experiencia en su corta pero intensa carrera. Su objetivo no es otro que “poder afianzarme y ganarme un lugar en el equipo” y, a nivel general, “lograr la permanencia”. Reconocía, además, contactos del club oscense desde mucho antes: “El Huesca está en contacto conmigo desde octubre y por algún motivo no se pudo dar en enero. Estaban pendientes de informarme”. Si el Huesca decide quedárselo, Toro podrá enfrentarse a Messi, su “jugador favorito”, aunque ahora solo piensa en dar “lo mejor de mí”.