Andrés Abián, de 48 años, continúa tras casi dos meses de aventura su odisea ciclística por Siberia, donde ha dejado atrás más de 2.700 kilómetros a golpe de pedal soportando temperaturas de hasta 55 grados bajo cero.
“Pero el mayor problema que tengo ahora es el calor“, dijo este martes a Efe el ciclista extremo en conversación telefónica desde Ulán-Udé, a unos 500 kilómetros de la ciudad Irkutsk, su punto de destino del periplo que inició en Magadán, en el extremo oriente de Rusia, el 27 de diciembre pasado.
Explicó que toda la indumentaria que lleva, desde las manoplas hasta los calcetines, está diseñada para resistir temperaturas de hasta 70 grados bajo cero. Actualmente las mínimas en la zona de Siberia Oriental donde se encuentra no descienden más allá de los 20 grados bajo cero.
“Hacia el mediodía la temperatura sube hasta 7 grados bajo cero y, claro el calor se transforma en un problema”, dice Andrés Abián. El zaragozano realiza su segundo intento de cubrir en bicicleta la ruta entre las ciudades de Magadán e Irkutsk en pleno invierno. El año pasado tuvo que desistir de su propósito tras sufrir la congelación de tres dedos de la mano derecha, de la que se recuperó satisfactoriamente.
Al borde de la muerte
“Si estoy vivo es gracias a los rusos”, dice Abián al recordar a los jóvenes que lo socorrieron en su anterior viaje. Esta vez, el zaragozano consiguió pasar sin consecuencias para su salud una noche en su tienda de campaña con una temperatura de 55 grados bajo cero.
“Fue en Kuibeme, unos 100 kilómetros al este de Oimiakon, el polo del frío. Llevaba cerca de un mes de viaje”, cuenta Abián. Esa noche no durmió por miedo a morir de frío. “Estuve todo el tiempo dándome golpes con las manos en el pecho y las piernas, para activar la circulación”, recuerda.
Sobre su vehículo, una bicicleta por la que pagó 400 euros, no tiene queja. “Ahora, sí he pinchado unas seis o siete cámaras, que he tenido que parchear en lugares con calefacción, porque si no, no hay manera”, dice Abián.
Siempre y cuando no se produzcan contratiempos, el aventurero confía en llegar dentro de unos diez días a Irkutsk, desde donde emprenderá el regreso a España.
Su preocupación ahora es la falta de hielo en caminos y carreteras. “Llevo ruedas con pinchos, para rodar sobre nieve y hielo, de modo que tengo que ir más lento”, concluye Abián, que lleva a cabo su recorrido siberiano con 30 kilogramos de equipaje en su alforjas.