ZARAGOZA | El primer tercio de la temporada describe una anomalía, algo que no había pasado hasta ahora. En los últimos cursos, Cristian Álvarez siempre había defendido la portería del Zaragoza. Ahora, en pleno noviembre, sigue inédito, enjaulado en un banquillo que no le favorece, que le sienta como una prisión de fútbol. Se le ve triste, quizá dolido, en un punto en el que no se encuentra. Como si el tiempo pasara más lento en ese lugar, como si ese destierro le destruyera.
La historia de Cristian Álvarez siempre pareció excepcional. El portero argentino venció a su sombra en Zaragoza, al calor de La Romareda. Volvió de su retiro y defendió su portería mejor de lo que nadie lo ha hecho en este siglo. Había algo mágico en su forma de parar: una abstracción casi metafísica, un susurro de los dioses de este juego. Cristian negó mil goles cantados y marcó el suyo propio. Si alguna vez soñó el Zaragoza con el ascenso, fue gracias a él. Si pudo evitar el abismo, también.
Ahora el fútbol le ha enseñado un rostro áspero y amargo. Cristian Álvarez acumuló lesiones musculares el curso pasado y todavía no se ha estrenado en la temporada. En cuestión de seis meses, ha pasado de ser uno de los “mejores jugadores de la categoría” en palabras de Víctor al tercer portero de la plantilla. Así cumple 39 años Cristian Álvarez, orgulloso de la redención de Poussin, en busca también de su sonrisa en el juego.
El rosarino intuye que su ocasión puede llegar en La Copa y no participar en Hospitalet le dolió especialmente. Unos días antes, alguien había escuchado una conversación entre bambalinas en Elda. Al terminar el partido, le preguntaron a Cristian cómo estaba estaba. Su respuesta fue contundente: “Cuando Víctor me dé una chance, yo ya estoy”. Y la historia no ha cambiado desde entonces.
El caso de Cristian Álvarez está lleno de matices. Coinciden temas tan complejos como el paso del tiempo, su estado físico o el tratamiento de un mito. Su imagen de las últimas semanas, abrochado en su tristeza, duele sin remedio. En el vestuario se le sigue viendo como una figura ejemplar, una leyenda en el presente. Él espera, mientras tanto, una última oportunidad del fútbol, una réplica del tiempo.
¿Que es poesía? y ¿tú me lo preguntas? Cristian, poesía es Jorge. No encontrarás en ningún medio, palabras tan exactas como las que diseña para tí. En el “declive” de tu carrera futbolística, vas a leer de todo referente a tu persona. Pero pocas palabras tan acertadas, como las que pone, y muy bien ordenadas el amigo Jorge. Seguro que merecidas, por el desempeño tan acertado de tu carrera futbolistica. Pero como bien sabes, todo tiene un fin. Aunque ese fin no parezca justo. Te has ganado el cariño, de una aficion muy exigente, y eso en segunda división, tiene mucho merito.
No tengo la pluma tan excelsa del amigo Jorge, pero quiero dedicarte este escrito.
Solo quiero cruzarme algún día contigo por la calle, y poder decir.
Ahí va el escudo del Real Zaragoza, ahí va un leon.