ZARAGOZA | La actualidad del Real Zaragoza tiene mil frentes abiertos, pero ninguno parece tan sensible como el caso Cristian Álvarez. Sobre su situación imperan algunas nociones emocionales, medias verdades y, por encima de todas las cosas, algo tan complejo como el tratamiento de un mito. El Zaragoza no se ha pronunciado sobre su situación, pero desde las sombras parece tramar una maniobra silenciosa con uno de sus símbolos. Y un club se mide por cómo cuida a sus leyendas.
El fichaje de Joan Femenías ha reabierto un debate que flota en el ambiente desde hace tiempo. También la sucesión de nombres para la portería sugiere que el Real Zaragoza contempla adelantar el final del argentino. Si la intención es que Edgar Badía regrese, ¿qué sentido tiene fichar a Joan Femenías? Una vez que se ha fichado a Femenías, ¿qué explicación tiene que, además de Badía, se busquen alternativas de segunda fila como Centurión? Una frase reciente de Álvaro Morata vuelve a la escena: “Si en los rumores aparecen seis o siete delanteros, está claro que yo no soy una prioridad para la delantera que viene”. Y también esa lectura sirve hoy para Cristian Álvarez y la portería del Zaragoza.
Los movimientos del club generan tantas suspicacias que hasta el propio futbolista se vio en la obligación de mandar un mensaje al zaragocismo. En una situación normal, un jugador con contrato, no se vería nunca en ese lugar de la escena. Sucede que con el portero más especial de este siglo todo parece excepcional. En plena recuperación, desde Argentina, Cristian dejó un aviso para navegantes: “Uno solo puede controlar lo que está en su mano. En la mía está el trabajo, la constancia, el entregarme por completo a una ilusión, a un sueño (…) Ayer, hoy, mañana y SIEMPRE por encima de todo y de todos SIEMPRE Zaragoza”.
Leyendas y lesiones
El club tiene argumentos para protegerse de las dudas, para reunir más opciones que Cristian Álvarez en la portería. Llegó a acumular 3 lesiones musculares en el curso pasado, entre las que se incluyen alguna recaída más. Los recambios fallaron en el momento de la verdad y solo la llegada de Edgar Badía sirvió para cubrir el hueco que dejaba el argentino. Pero de ahí a adelantar su final, a situarle desde el principio como tercer portero, hay un paso muy arriesgado y un movimiento ingrato. Entre otras cosas, porque Víctor Fernández le llegó a calificar como uno de los mejores jugadores de la categoría hace poco más de dos meses. Si el técnico se ha desdicho en algunas de sus frases, la afición espera que no lo haga en esta: básicamente porque le afecta a uno de los suyos.
La sensibilidad que genera el caso Cristian Álvarez abre muchos frentes. Según esa idea, al club no le conviene una guerra civil, ni una elección entre dos leyendas. Un trato desleal del club hacia Álvarez debilitaría de un modo inevitable la figura de Víctor Fernández. En Palmadas al Viento, Jorge Serrano dejó ayer una idea que merece ser recordada: “A ninguna afición le conviene elegir entre papá y mamá. Cuando eso sucede, nunca queda en buen lugar el que peor se ha portado de los dos”.
Es probable que Cristian Álvarez llegue más justo que el resto al inicio de la pretemporada. Sus dolencias del curso pasado le exigirán un trabajo especial de recuperación, también de prevención en lo que resta de su vida deportiva. Pero merece la oportunidad de que sea el fútbol el que dicte su final, de intentar recuperarse de sus dolencias, de competir por la portería en igualdad de condiciones. Al menos mientras su niño siga bien despierto, mientras una vieja frase siga vigente: “No encuentro mayor motivación en mi vida que defender la portería del Real Zaragoza”.
Muy acertado artículo. Si tengo que decidir entre Cristian Álvarez o Víctor Fernández, sin ninguna duda me quedo con el portero argentino.