Cristian Álvarez seguirá siendo el portero del Real Zaragoza hasta 2024. El argentino ha sido autor de un sinfín de milagros y sigue siendo el nexo ideal para una afición en busca de ídolos. Hace cinco años apareció Cristian Álvarez en la portería de La Romareda, con aspecto de náufrago, como si el fútbol hubiera dejado de ser suyo. El Zaragoza le salvó a él y Cristian salvó al Zaragoza de sus fantasmas. Voló para evitar goles cantados y marcó uno en el Anxo Carro que evitó el abismo. El argentino siempre se movió por parámetros distintos al resto de los futbolistas. Y él, que había sido un nómada, encontró en la ciudad aragonesa el lugar ideal para quedarse.
Álvarez, un portero mitad loco y mitad mago, vive el partido en un trance distinto. Ve el fútbol desde la distancia y despierta a tiempo, en el punto exacto en el que su equipo le necesita. Parece un héroe griego, capaz de combatir los imposibles. Especialmente a través de una cualidad única: en sus manos sigue habiendo milagros.
En los últimos años no ha habido nada tan emocionante como el cántico unánime de la grada hacia su jugador preferido. El Zaragoza prolonga hoy, en unas fechas señaladas, el contrato de un guardameta único, del portero más especial de este siglo. Las llaves de La Romareda siguen teniendo un nombre. Cristian Álvarez vuela hasta 2024.