Justo una vuelta después y precisamente ante el mismo rival, el Real Zaragoza volvió a ofrecer su mejor versión para ganar al Oviedo, esta vez por 2 a 0. Eso sí, esta victoria no fue tan holgada ni relajada como la conseguida en la primera vuelta en el Carlos Tartiere, pero sin duda, ha supuesto un pase adelante para el equipo que ha logrado cumplir el mayor objetivo de Víctor Fernández: dominar en las dos áreas. Y aquí, hay dos claros protagonistas: Cristian Álvarez y Álvaro Vázquez.
El fútbol es un deporte de equipo en el que todos deben aportar, pero ante la igualdad de una categoría en la que todos los conjuntos tienen un nivel muy similar, se necesitan jugadores diferenciales que ayuden a asegurar la portería y garanticen peligro en el área contraria.
El Zaragoza llevaba demostrando desde el aterrizaje de Víctor que el equipo funcionaba en salida de balón, distribución de juego y llegada a las inmediaciones del área rival. Los blanquillos se encontraban con dos “peros” importantes: los tantos encajados y la falta de un goleador. Ante el Oviedo se solucionaron ambos problemas de un plumazo.
Víctor Fernández comenzó realizando cambios en el once inicial con Delmás por el lesionado Benito, Papu por Soro y Álvaro Vázquez por Marc Gual. El esquema era más similar a un 4-3-3 con Vázquez jugando por el centro, en su mejor faceta.
El Oviedo, por su parte, se replegó con una defensa de 5 en la que resultó difícil encontrar espacios durante los primeros minutos. Había llegada, pero escasa finalización. Cuando el Zaragoza más volcado en ataque estaba, llegó el penalti cometido por Eguaras.
Cristian fue capaz de detener la pena máxima en dos tiempos, lo que le convirtió en el héroe del partido. Las cosas hubieran sido muy diferentes en caso de que el Zaragoza, por quinto partido desde la llegada de Víctor, se hubiera puesto de nuevo por detrás en el marcador. Esta vez no hubo que remar contracorriente, solo trabajar y ser constantes.
Eso al equipo le vino de lujo. Con el 0 a 0 en el marcador y la gran parada de Cristian, La Romareda al completo y los jugadores sobre el verde creyeron en sus posibilidades y comenzaron a volcarse sobre la portería de Champagne. Álvaro se reencontró con su mejor versión y aportó el gol que le estaba faltando al equipo en las botas del ahora suplente, Marc Gual.
Primero ganando a la defensa rival, con posible fuera de juego; y después, y para que no quedasen dudas de la victoria zaragocista, de un taconazo espléndido ejecutado de forma magistral. El 2 a 0 dejaba la victoria en La Romareda. Y aún pudo ser más.
Los pases en profundidad de Zapater, las llegadas por banda de Delmás o la velocidad de Igbekeme también rompieron a la defensa del Oviedo. Sobre todo cuando Anquela cambió a una defensa de 4 para intentar tener más presencia arriba en la recta final del partido.
La seguridad en ambas áreas ya se ha conseguido y Víctor ha logrado reflejar lo que llevaba un mes trabajando. Con esta base ahora toca esperar refuerzos y seguir creciendo, pero lo que está claro es que con Cristian en plena forma bajo palos y Álvaro afinando su olfato goleador, el Real Zaragoza tiene mucho terreno ganado.