El Real Zaragoza logró las tablas en un partido en el que estuvo más cerca de perder que de empatar. Mejoró en el segundo tiempo, cuando el primero había sido un vendaval del Bierzo. En sus peores momentos, Cristian Álvarez se pareció a sí mismo. Detuvo los intentos de La Ponferradina con manos firmes y paradas muy suyas. En el tramo final, la reacción del Zaragoza se vio frenada por la voluntad de su entrenador, conforme solo con empatar.
Cristian Álvarez (7´5): Dudó con los pies, pero resolvió todo con las manos. Lúcido, se reencontró con sus paradas y con la impresión de que batirle no es una tarea sencilla. Después de anular todas las opciones del primer tiempo del equipo leonés, estuvo entonado en las últimas oportunidades. Salvador.
Fran Gámez (4): Tímido en ataque y sobrepasado siempre en defensa. Sin profundidad ni voluntad de llegar a línea de fondo, formó con Bermejo una pareja estéril.
Lluís López (4): Errático y blando. Despejó mal cuando llegó al corte y perdió la mayoría de las disputas. Cuesta verle mejor jugador que Enrique Clemente, al que el Zaragoza ha tenido prisa por desechar.
Jair Amador (5): Expuesto en la carrera, resolvió los intentos de La Ponfe en las alturas. En ataque sigue sumando acercamientos que se quedan en nada.
Pep Chavarría (5): Si de carrilero parece mejor futbolista, la posición de lateral le convierte en un jugador corriente. Se soltó en los minutos finales y probó fortuna en los títulos de crédito. Su disparo murió en las manos de Amir y con él todas las opciones de victoria.
Radosav Petrovic (4´5): Correcto, sensato y sin alardes. Pero sin instrumentos para darle ritmo a la circulación. Si el Zaragoza necesita agilidad en el ataque, él se empeña en mascar siempre la jugada.
Francho Serrano (4): Firmó uno de sus peores partidos en el curso. Impreciso en el pase, quedó desnudo ante la propuesta de JIM, sin compañía a la hora de coordinar la presión.
Sergio Bermejo (3): No ofreció nada en El Toralín, ni siquiera mostró un perfil batallador. Su única acción de mérito fue un pase definitivo sobre Álvaro Giménez. Se retiró del campo sin apenas mancharse las medias.
Borja Sainz (6): No estuvo fino, pero lo intentó más que nadie. La mejor opción del Zaragoza partió de sus botas. Amir despejó un centro envenenado, que era medio gol. JIM hizo el resto: le sustituyó cuando mejor estaba.
Juanjo Narváez (3): No hay rastro del jugador que lideraba el ataque la temporada pasada. Poco fino en las combinaciones, lento en el desborde y solo hábil para provocar faltas. Su mejor jugada fue una diagonal a un mundo de la portería. Se ha acostumbrado a jugar allí, donde ya no aporta.
Álvaro Giménez (4): Ya no hay veneno en sus botas ni remates que contar en sus partidos. Se ofrece de espaldas, pero solo aparece para peinar balones en los que nadie le acompaña. Cuando Bermejo le dejó solo ante la puerta, tardó un mundo en preparar su disparo.
Cambios del Real Zaragoza
Miguel Puche (5): Sin estar inspirado, intentó cosas distintas. Fue confuso en muchas de sus opciones, pero pidió el balón y desordenó al rival.
Alberto Zapater (SC): Su llegada al partido fue una declaración de intenciones. JIM le dio entrada por Borja Sainz, el único jugador que ponía en riesgo a La Ponferradina. Su entrada sirvió para prestar ayuda a la media.
Adrián González (SC): JIM le reservó, de nuevo, los minutos de la nada. No tuvo tiempo de pisar el área y sí de complicarse en un despeje.
Carlos Nieto (SC): Cuatro minutos de juego para el lateral, al que JIM empleó como extremo. Solo tuvo tiempo de pelear por disputas que siempre parecieron intrascendentes.
Entrenador
Juan Ignacio Martínez (2): Ha perdido su condición de técnico cabal y acumula demasiados ataques de entrenador. La salida de Clemente le ha restado coherencia a su nuevo sistema, el mismo que desestimó en Ponferrada. Su dirección de campo fue una de las peores que se le recuerdan. Cuando el partido estaba para zarandear el árbol, JIM permaneció inmóvil. Cuando el equipo crecía por el costado izquierdo, a través de Borja Sainz, el técnico eligió su retirada. El Zaragoza siempre parece ir a remolque de cualquier rival, una muestra inequívoca de que JIM pierde también todas las batallas tácticas. Se conformó con un empate que el Zaragoza ni siquiera mereció y que, además, no convence a nadie.