El Real Zaragoza venció al Tenerife donde nadie lo había hecho. Lo hizo con marcado acento argentino, a través de las paradas de Cristian Álvarez y de los goles de Valentín Vada. Carcedo dibujó un sistema distinto y su Zaragoza mostró un rostro serio, una identidad más competitiva. Supo buscar la suerte y la encontró en una aparición por sorpresa de Vada, que llegó casi cuando peor estaba el equipo. Cuestionado durante todo el curso, el argentino se enganchó a la temporada con dos goles que premian la paciencia de Carcedo. Hay algo de Robinson Crusoe en el técnico, capaz de salir a flote contra el viento y la marea. Lo mostró ayer de nuevo, poblando su sistema de defensas, creyendo en fórmulas que solo están en su pizarra. En un contexto hostil, ante un equipo fiable en su casa, el Zaragoza encontró la victoria y Vada todos sus goles perdidos.
Cristian Álvarez (8´5): Llegó a Zaragoza con aspecto de naufrago y se irá como un héroe. Anuló todos los acercamientos del Tenerife y sostuvo en sus manos las opciones de su equipo en la primera media hora. Paró, resopló y siguió probando que sus paradas son mitad reflejo y mitad milagro.
Alejandro Francés (6´5): Carcedo le situó como central diestro y el cantero cuajó un partido serio. Cada vez más maduro, ayudó a Gaizka Larrazabal con la marca de Mo Dauda. Independientemente del sistema, Francés tiene que estar siempre.
Radosav Petrovic (7): Tuvo una función crucial, siempre estratégica. Lee el juego y sus secretos y llega con la cabeza a los puntos a los que ya no llegan sus piernas. Fue la llave de un sistema nuevo y supo contenerse con tarjeta.
Lluís López (5´5): Es confuso hasta cuando acierta. Dudó a veces en la salida del juego, pero se rehízo con el paso de los minutos. Carcedo cree en él y Lluis López se asienta en la zaga.
Gaizka Larrazabal (7´5): Ubicado en el carril diestro, se le vio fino, ágil y veloz. Las mejores opciones del primer tiempo llegaron por su banda, cómodo en su lugar más natural. Desbordó y puso el centro del primer gol.
Gabriel Fuentes (6): Despejó, por un día, las dudas de los últimos duelos. Empezó con un punto de torpeza pero se fue entonando con el paso de los minutos. Economiza esfuerzos, pero en Tenerife llegó siempre a tiempo.
Manu Molina (5): Estuvo impreciso en la primera mitad y mejoró en la segunda. Le falta movilidad y riesgo, solo sabe jugar cuando cose el balón a su bota. Cuando el Zaragoza tenía la ventaja en su mochila, mejoró en la lectura del partido.
Jaume Grau (6): No firmó un partido brillante, pero sí aseado. Se desfondó y acudió oportuno a las ayudas. Jugó bien en corto y mejoró en compañía de Radosav Petrovic.
Víctor Mollejo (6´5): Impreciso casi siempre, fue el mejor aliado de Vada en los dos goles. En su regreso al Heliodoro, se pareció más al futbolista que llegó en verano que al jugador que hemos visto en otoño.
Valentín Vada (9): Después de un inicio gris, lleno de errores y de dudas, Vada sumó en Tenerife los goles que le faltaban. Entró en el área a hurtadillas y cazó un rechace en el primer tanto. Ese tanto le liberó y le dio la confianza exacta que necesitaba. En el segundo, corrió, dribló y marcó. Ayer eligió la tranquilidad en el área, cuando antes siempre le habían acechado las prisas.
Giuliano Simeone (7): Regresó a la titularidad y nunca debe irse. Le ganó la partida a Sipcic y a todos sus rivales en los duelos. Es un guerrero; tiene hambre de gloria y de gol. Le faltó un dedo para marcar y mostró que en sus recursos también hay picardía e intuición.
Cambios del Real Zaragoza
Daniel Lasure (6): Su aparición en los partidos siempre es una alegría. Intervino poco y su función fue complementaria. Ayudó a que Fuentes sujetara su banda.
Fran Gámez (5´5): Suplente por méritos propios, mostró humildad y compromiso en su salida al campo.
Miguel Puche (5): Ha perdido un punto de confianza y se complicó la vida en un contragolpe prometedor. Le falta tiempo y un punto de pausa.
Alberto Zapater (5´5): Fue un líder silencioso, un capataz desde el banquillo. No juega para sí mismo, juega por el que está a su lado.
Jair Amador (SC): Ha perdido su condición de imprescindible. Salió al campo en el tramo final, para colaborar en la defensa del área.
Entrenador:
Juan Carlos Carcedo (7): El técnico necesitaba un triunfo para volver a respirar y lo encontró en uno de los escenarios más complejos. Improvisó en la alineación y convirtió a Radosav Petrovic en su pared maestra. Confió, contra todo y contra todos, en los goles de Vada. El argentino marcó en una portería mientras Cristian salvaba la otra. El equipo aragonés mantuvo la pausa y el balón y consiguió que el Tenerife no le arrinconara. En El Heliodoro alcanzó un cambio estructural, dibujó un esquema para protegerse y cambió el rostro de Baraja por el de Juan Ignacio Martínez.
Consciente de sus limitaciones, el Zaragoza domó los tiempos y dominó las áreas. Si el equipo aragonés se llevó un tesoro de la isla, Carcedo se fue en un bote salvavidas.