ZARAGOZA | Empecemos sin medias tintas, este equipo no está trabajado. No se juega a nada. Tácticamente no existe. Me gustaría saber qué es lo que se entrena durante la semana. No dudo de que se corra y se trabaje en la parte física, pero la preparación estratégica de los partidos y de cómo se quiere jugar está claro que o no se prepara o no se sabe cómo llevarlo a cabo. Sigue sin haber un centro de campo que funcione como mesa de operaciones. Marc Aguado se incrusta entre los centrales de manera temerosa, y Francho se pone a correr como pollo sin cabeza, con toda el alma del mundo, pero sin saber hacia dónde. En este último partido contra el Málaga volvió Tasende. Un jugador que defensivamente es nefasto y que en ataque tiene que ser muy bueno para que compense el agujero que es esa zona del campo. Y por desgracia no lo es. Con un jugador más toda la segunda parte apenas subió por su banda demostrando su poca confianza. Confianza que Víctor le quitó a Marcos Luna a las primeras de cambio demostrando que hacer las cosas muy bien no garantiza que sigas jugando. A Víctor le pueden sus nombres antes que los hombres y sus méritos. Lo que funciona no se toca y la pareja de laterales formada por Calero y Luna es la mejor con diferencia. Hasta que Nieto no se recupere del todo, un lateral derecho es el mejor lateral izquierdo de la plantilla. Y eso habla de la plantilla confeccionada. Aquí el máximo responsable vuelve a ser Víctor. Quien crea que el director deportivo del Zaragoza es Cordero y que es quién ha confeccionado esta plantilla es más iluso que los que creen en los unicornios. Clemente no es lateral izquierdo y todo el zaragocismo lo sabía. El centro del campo es un socavón que engulle a todo el que circula por esa zona. Un solo extremo puro en la plantilla, Liso. Emperrarse en jugadores que sólo ha visto él como Adu Ares o Alberto Marí, que han jugado en primera división cinco minutos más que el servidor que está escribiendo este artículo. Marí, que llegó al equipo por la nula confianza del entrenador en Azón, cinco delanteros y sólo un extremo. Y luego está el factor Aketxe, jugador muy difícil de colocar en el terreno de juego. Jugador frío, glacial, que se mueve poco tanto él como su fútbol. Con un jugador menos el equipo rival, el Zaragoza fue incapaz de provocar faltas para que luzca ese extraño don que tiene el jugador vasco en su golpeo al balón parado. Cuando el profesor no se sabe el temario, el alumno puede estar muy motivado y con hambre de conocimiento, pero no sabrá sí lo que sabe es lo correcto o no. Es cuando llega la huida hacia delante, el poner el corazón por delante de la razón, como hacen la gran mayoría de nuestros jugadores, menos las excepciones que todos conocemos. Un examen se aprueba estudiando y no sintiendo. Víctor es muy zaragocista, de eso no hay duda, pero sus aptitudes a día de hoy se pueden poner muy en duda.