Quién hubiese dicho hace dos años, que estaríamos ahora sin fútbol, afectados por una pandemia que ha parado todo el mundo. Así es la vida, impredecible. Y al igual que nadie se esperaba esta situación tan extrema en la que nos encontramos, tampoco se imaginaba hace algo más de un par de años que un equipo tan humilde como la SD Huesca se colara entre los 20 mejores equipos de España. Pero sí, lo hizo. Porque, a veces, los milagros ocurren; porque, a veces, los sueños se cumplen.
Recuerdo unas palabras de Joaquín Sorribas cuando el conjunto azulgrana logró allá por el 2008 subir, al fin, por primera vez en su historia, a Segunda División. “Era como tocar el cielo con la yema de los dedos”, describía el capitán. Lo que no sabía por aquel entonces Sorribas, es que el Huesca no solo se iba a contentar con rozar el cielo, sino que también lograría alcanzarlo.
Fue una temporada de ensueño, seguramente el mejor juego que haya pasado por El Alcoraz. Una plantilla sólida, unida y motivada que dio los primeros pasos en la temporada anterior y culminó el proyecto en el 2018. Con un Rubi firme, analítico, crítico y que supo sacar todo el potencial de sus jugadores.
Jugadores como el Cucho o Melero, quienes maravillaron a la afición altoaragonesa con su juego y sus goles (16 y 17 respectivamente). Otros que empezaron a carburar como Gallar y el Chimy; jóvenes que demostraron su potencial como Remiro y Moi Gómez y grandes pilares del club como Pulido, Aguilera y Ferreiro que comprendieron rápidamente lo que significaba el “no reblar”.
La coronación de Lugo
La SD Huesca llevaba seis partidos consecutivos sin perder. Después de una mala racha donde el equipo no pasaba de la derrota o el empate, Rubi había logrado reactivar a su plantilla de la mejor forma posible y ante ellos se presentaba la oportunidad, al fin, de firmar el ascenso. El equipo se puso manos a la obra y no tardó en llegar el primer gol con un fantástico recorte y posterior definición de Gallar.
Los azulgranas mostraron la superioridad de un equipo preparado para dar el paso a Primera División y dominaron de principio a fin un encuentro donde el Lugo poco pudo hacer. En el minuto 38, un taconazo sublime de Jorge Pulido acercaba todavía más ese sueño. Tan solo tenían que aguantar en la segunda parte. Y así fue.
Lágrimas, miradas de incredulidad, risas y gritos de júbilo. La SD Huesca lo había logrado, había conseguido el ascenso a la Primera División Española. La ciudad se inundó de una marea azulgrana como nunca se había visto porque sí, aquel día, se alcanzó el cielo. El viaje por la élite española fue efímero, pero asentó las nuevas bases de lo que puede ser esta nueva SD Huesca. No rebléis, porque en el fútbol, puede ocurrir cualquier cosa.