4 derrotas en los últimos 6 partidos. La era Alcaraz no mejora las cifras de la época en la que Idiakez capitaneaba el banquillo. El problema, como ya era de prever, no estaba en el cuerpo técnico. El problema es mucho más profundo y radica en la concepción de un proyecto errático que aspira a cotas más altas de las que son posibles por su presupuesto, situación y configuración de su plantilla. El Zaragoza, como ente, necesita humildad y trabajar desde cero olvidando la historia y centrándose en el hoy para que así, pueda haber un mañana. De lo contrario, el club tiene los días contados.
Conscientes de ello son los aficionados zaragocistas, dignos sufridores que en la derrota ante el Cádiz exigieron responsabilidades a todos los estamentos del club que les están haciendo sufrir semana a semana. En primera instancia, los futbolistas que sobre el campo no demuestran el sacrificio y compromiso que se les atesora. En segunda lugar, un cuerpo técnico que no está sabiendo encontrar soluciones. Y por último, y no menos importantes, a la dirección deportiva y a la directiva del club, máximos responsables de la filosofia del equipo y de cualquier proyecto que quiera sacarse adelante
Ante el Cádiz, Alcaraz volvió a realizar otro baile de nombres en un once inicial que de nuevo, apostó por jugar con 5 defensas. Una defensa, eso sí, desordenada y caótica. Ya se sabe que lo importante es la calidad y no la cantidad. Y el Zaragoza carece de ambas cosas. Ante la lesión de Lasure en el lateral izquierdo, Alcaraz no ubicó allí a Nieto, al que dejó como central. Aguirre fue el encargado de intentar defender la banda zaragocista. Dos centrales, como Verdasca y Muñoz, se quedaron fuera del once, para que Delmás (otro lateral) y Perone completasen el centro de la zaga. Benito estuvo en el lateral derecho y fue el único que hizo un papel digno del centro del campo hacía atrás.
Este baile de nombres en la defensa zaragocista deja claro que Alcaraz se ha quedado sin recursos para intentar sacar al Zaragoza del abismo. En el centro del campo, ya incomprensiblemente, se sigue confiando en un Eguaras que ha demostrado que no sabe jugar acompañado. Su mejor versión la ofrece como pivote único, pero el propio futbolista debe hacer un esfuerzo para adaptarse a una posición que le exige compañerismo y un juego más global. De lo contrario, que deje paso al siguiente.
Arriba, un Gual poco acertado y ansioso por marcar, desaprovechó las pocas ocasiones que el Zaragoza tenía cerca del área rival. Su ansiedad por demostrar su valía le lleva a malas decisiones. Y esto no es la primera vez que sucede. De él, llegó la pérdida de balón que supuso el 0 a 1 a favor del Cádiz. De nuevo, un error individual que se paga demasiado caro.
Poco después del descanso, Vázquez entró en lugar de Igbekeme, retrasando con ello la posición de Gual. El Zaragoza no mejoró y el Cádiz se hacía cada vez más con el balón y el juego, sabedor de que la ansiedad zaragocistas y los nervios de La Romareda jugaban a su favor. Alcaraz intentó entonces meter más movilidad al centro del campo con el regreso, después de una operación de pubalgia, de Guti. Retiró a Aguirre y se pasó a jugar con un 4-2-3-1. La salida de Soro por Pombo tampoco cambió las cosas. El Cádiz estuvo en todo momento más cerca de sentenciar que el Zaragoza de empatar.
Una nueva derrota que deja claro que no funcionan los sistemas, no funcionan los cambios de nombres, no funciona absolutamente nada. Y el motivo es claro. Más allá de planteamientos tácticos, hay algo indiscutible en cualquier equipo ganador que es el compromiso y la creencia de funcionar como un conjunto en busca de un objetivo único. Para ello, todos deben aceptar su parte de culpa, desde el jugador con menos minutos hasta el consejero con más poder de decisión. El tiempo se agota y el Real Zaragoza debe creer en sí mismo como conjunto para no decirnos adiós.