La conexión entre Jonatan García y el macizo de la Maladeta ha vivido una nueva etapa. El vasco afincado en Benasque encontró en el valle de los ‘tresmiles’ su particular patio de recreo. Pero, especialmente, una manera de entender la montaña. El compromiso, la exposición, la rapidez, el minimalismo e incluso la soledad son los ingredientes para un coctel del que bebe su mundo vertical. En este caso y, atendiendo a los números: los 51 ‘tresmiles’ del gran macizo pirenaico con sus 67 kilómetros y 6.129 metros de desnivel en 34 horas.
‘La vuelta al mundo’ es el paraguas sobre el que se cobija este proyecto que lo llevaba meditando desde hace un tiempo. Y Benasque su campo base. La villa ribagorzana, su hogar, punto de salida y llegada de una aventura que tuvo en el pico Mulleres la clave psicológica de esta singular propuesta. “Para que todo saliese perfecto no solo hacía falta conocerse y haber entrenado bien los pasos técnicos, sino también todas esas larguísimas aproximaciones que de no orientarse y tomar el camino correcto la pérdida de tiempo sería irreparable”, señala Jonatan García.
Cuando se le pregunta dónde descansó el éxito de esta singular ‘Vuelta al mundo’, Jonatan pone el acento en “seguir caminando y escalando de noche, aunque creo que este proyecto para ser exitoso tenían que alinearse demasiados condicionantes”. Entre otros la dificultad de “andar por la noche y, aún más, escalar”. En contraposición a la luz de la luna, la del sol de ese 27 y 28 de agosto cuando firmó el proyecto. “Se me pasó más rápido de lo que me hubiera gustado”, afirma.
Noche por el Maldito
Un proyecto de esta dimensión requiere de fortaleza física y mental, además de una planificación de pasos para que todo esté afinado. Así, si inicialmente tenía planeado que la noche cayera por el pico Rimaya, la realidad es que fue en el Maldito. Las imágenes de la película ‘Tocando el vacío’ le acompañaron durante muchos momentos, y “aunque también soñaba con agua, yo no tenía canción”, recuerda entre risas.
Ahora, con el cuerpo amoldándose tras el esfuerzo, son las yemas de sus dedos las que recuerdan esta aventura por el macizo de la Maladeta, que pone en valor un territorio y plasma que hay aventuras ‘en casa’ reservadas solo para tipos muy fuertes. Y lo que son las cosas, Jonatan García recuerda que uno de los mayores esfuerzos fue el descenso sobre BTT desde el Refugio de Pescadores a Benasque. “Fue durísimo hasta el punto de que me quedaba dormido”, recuerda.