Tras terminar el partido de Vigo, una sensación de pena invadió todo mi cuerpo. Pena de ver cómo futbolistas que hace nada nos habían dado la gloria, han empequeñecido de tal forma que apenas son una caricatura de lo que fueron. Pena por Francisco y su equipo, que a base de trabajo, ilusión y cabezonería se esfuerzan día a día por demostrar qué con un poquito más hubieran sabido mover este proyecto. Pena por quienes con muchísimos más aciertos que errores nos llevaron al cielo de Lugo. Pena por todos los currantes del club. Pena por todos los azulgranas que han emergido en esta orgullosa y formidable provincia. Pena por aquellos que año a año y sin esperar nada a cambio, renuevan su abono -desde tiempos inmemoriales-, siendo de la capital o venidos de algún pueblo. Pena por todos esos sufridores que en lo que va de temporada no han visto ganar a su equipo como local. Pena por esos niños/as que preguntan a sus papas si es posible la salvación. Pena porque sin apenas saborear este sueño tenemos la sensación de que sólo un milagro vestido en forma de aciertos extraordinarios nos puede librar de unos meses agónicos hacia el descenso.
Nada ni nadie podrá revertir esta eclosión de un azulgranismo oscense que ya acuna con sus chupetes y pone bufandas en sus entierros
Por todos ellos siento pena pero a la vez orgullo, un orgullo que ni yo mismo soy consciente todavía de su verdadera dimensión. Son el ADN de un sentimiento que ha alcanzado cotas insospechadas, que ha volado tan alto que algún día nos daremos cuenta de a donde hemos llegado. En la vida con menos de lo que nos parece uno puede ser feliz, tener una vida digna, conseguir sus objetivos y todo ello al lado de gente a la queremos. Palabras vacías para un momento difícil, pero que deben fortalecer la semilla de un sentimiento sin billete de retorno. Ser azulgrana es hoy, y me atrevería a decir que será para siempre, una forma de vida, un orgullo de nacimiento. Lo sembrado es el mayor logro de una provincia entregada, de una profecía alocada pero muy real y de una serie de decisiones tan acertadas como bien secundadas. Este Huesca está ahí porque su gente cree en él y porque tiene un proyecto robusto y bien intencionado. Porque se ha generado una sinergia de sentimientos que están por encima de la lógica y del deseo. La identificación con lo que se ofrece es algo que está por encima del bien y del mal. Nada ni nadie podrá revertir esta eclosión de un azulgranismo oscense que ya acuna con sus chupetes y pone bufandas en sus entierros.
Me cuesta mucho disparar hacia quienes lograron llevarnos a la gloria
Dicho lo cual, y volviendo a lo verdaderamente futbolístico, me cuesta mucho disparar hacia quienes con sus limitaciones y una buena dosis de trabajo y compromiso lograron llevarnos a la gloria en una temporada de ensueño: los jugadores. El sábado les vi decaídos, extenuados y presos de un sentimiento de culpabilidad que rompía el corazón al verles sufrir. No creo merezcan tanto castigo. Dentro de sus limitaciones, el juego está siendo muy injusto con ellos. Son los verdaderos protagonistas y por supuesto que son los primeros que están por debajo del nivel imaginado. Ellos son plenamente conscientes de ello. Pero alguien creyó en ellos, alguien consideró que eran los mejor preparados para semejante reto y por eso me parece tan injusto verter sobre ellos toda la responsabilidad.
Es tan injusto colocar el marrón a quienes se dejan lo que tienen dentro para conseguir salir de este entuerto, que me rebelo. Me rebelo porque fueron abandonados a su suerte a manos de un privilegiado sin preparación ni valía, y lo peor de todo, al cual desde dentro del club casi nadie veía capacitado. De esto, que nos hemos ido enterando después, casi ha sido lo más doloroso y sorprendente. La herencia fue tan calamitosa que recuperarlos está siendo un ejercicio de frustración continuada. Ayudarles a creer, un reto en el cual muchos de ellos me tendrán a su lado. Además, alojados al ‘ring’ sin complementos que hayan -mínimo- mejorado a los que se fueron. Hoy -salvando algunos casos excepcionales- este Huesca es peor que el que consiguió el ascenso. Se mire por donde se mire la supuesta mejoría de plantilla confeccionada para dar ese salto de calidad es un fracaso tremendo, un carrusel de decisiones erróneas, un despropósito que se está llevando a un puñado de futbolistas tan válidos, como comprometidos e íntegros. Lo defendí y lo defenderé: “No hay plantilla mediocre, sino mal complementada”. Algunos de estos futbolistas brillarán a futuro, aquí, o donde sea; tiempo al tiempo. Otros, pasaran sin pena ni gloria tras unas elevadas expectativas de quien se suponía mejor les conocía.
La victoria tuvo caras muy reconocibles. La derrota, de momento, está pinchando en hueso
Haber permanecido impasible a los ridículos con Pina, al esperpento de Ghoddos, Alvarito, el tema de Kelme y la polémica con Camacho para dejar dos fichas sin utilizar en el tintero, es algo que no acabo de perdonármelo, pero entiendo perfectamente mi prudente reacción. Confiaba tanto en quienes mentaron este exitoso proyecto que desatendí las sospechas de muchas voces amigas, por un puñado de ilusiones con hilos muy livianos de fundamento. O nos cogió todo el ascenso de improvisto, o el inicio tan esperanzador hizo que se perdiera el respeto a la categoría y se cayera en una autocomplacencia mortal de necesidad. Ni una ni otra cosa se pueden cambiar, pero cuesta trabajo comprender como a gente tan preparada, con tanto contacto y conocedora de este mundo, pudieron colarle tantos goles en su casillero. Se echó en falta más explicaciones. Seguramente poco o nada hubiera cambiado. La apuesta atrevida y algo improvisada de concepción, caminaba abocada al precipicio, sin que nadie llegara a tiempo para evitarlo. Costó demasiado variar el rumbo. El error -reconocido por buena parte del club- echó por tierra 4 meses vitales para enraizar cualquier proyecto. La victoria tuvo caras muy reconocibles. La derrota, de momento, está pinchando en hueso. Pero inconsciente de mí sigo confiando mucho en ellos.
Pero como en la vida me han enseñado a creer en la gente, a conceder segundas, terceras y cuartas oportunidades, diré que si algo considero es que van a ser ellos quienes con su experiencia y dominio de este mundo, nos devuelvan la ilusión para volver a creer en este sueño. Si alguien se merece redimirse son ellos. Se puede bajar, pero al menos que no nos quede la sensación de haber permanecido impasibles a un entierro lento y dañino de abatimiento. Tiempo hay, un puñado de futbolistas válidos también y ahora sí, un entrenador con talento. Para mí uno de los verdaderos objetivos debe ser Francisco, si alguien merece herramientas es él. Démosle lo que pida, dentro de unos parámetros que se ajusten a la realidad del club y su sensata visión de un diagnostico que, como casi todo en la vida, tiene remedio de curación. Eso sí, si hemos de morir yo me pido compartir con él mi féretro. Su continuidad es tan vital como un ejercicio de justicia social. No imagino mejor entrenador para el presente y también para el futuro. Si algo le pediría es paciencia y disculpas, porque le hemos dado al almeriense un vehículo sin frenos en una cuesta escalofriante, y aunque de momento de poco ha servido, he recuperado la fé y la ilusión por volver cada domingo a un Alcoraz bello y moderno por dentro y por fuera, como nunca pensé imaginar. Ese sí es uno de los muchos aciertos, una gran inversión, no me duele prendas reconocerlo.
Mentiría se dijera que no tengo dudas, pero también mentiría si dijera que no me levanto cada día ilusionado con que esto puede cambiar
Y como esta opinión no se trata de pasar facturas, sino de generar esperanza e ilusión, esta semana es una de las semanas perfectas para disfrutar del momento. Para esto vinimos aquí, para vivir enfrentamientos contra los mejores equipos del universo. El Huesca será el foco mundial estos días, y lejos de dividir a la afición debe generar orgullo y sentimiento. No dividamos, al final todos estamos en el mismo camino, todos luchamos por el mismo interés. Y les voy a decir una cosa: este equipo esta para salir por la enfermería o por la puerta grande como el triunfador rotundo del evento. Yo me quiero ilusionar con lo segundo. Ya ven, dispuestos a morir, que sea ahogados de sentimiento y endulzado en buenos y alocados deseos. Eso sí, quien quiera arrojar la toalla está en todo su derecho, faltaría más. No será mejor ni peor aficionado, seguramente será un realista y con argumentos de peso para defender su teoría. No hay papel que aguante los números de esta SD Huesca. Pero me parece tan melancólica la resignación, que me niego a descabalgarme de un objetivo que, a día de hoy, pende de un milagro futbolístico. Mentiría se dijera que no tengo dudas, pero también mentiría si dijera que no me levanto cada día ilusionado con que esto puede cambiar. Ambas reacciones anidan hoy en una afición que vive deseosa de empezar a disfrutar de verdad su sueño.
Y como me lo veo venir, no repartamos carnets de mejores o peores aficionados, no seamos tan ‘fatos’ como para obviar lo que ha pasado y pasará en todos los sitios cuando les visitan las estrellas mundiales de este maravilloso juego. Acudan pronto al estadio, vean mucho la tele, nuestro Huesca va a ser el centro de casi toda la atención. Estemos verdaderamente a la altura. Y por supuesto disfruten de ver al Real Madrid y recen porque pasado un año volvamos a verlos de nuevo.