El vestuario, ese lugar con distintivos de santuario, ejerce de mirador de secretos y confidencias. Allí se cuece todo: desde la táctica a la emotividad, de la tensión a la alegría, de la calma al órdago. Puro fútbol. Cierro los ojos y recuerdo esos días privilegiados en los que pude acceder al vestuario del primer equipo del Huesca. Boquiabierto.
Jugadores del Huesca celebrando la victoria ante Las Palmas B en el vestuario de El Alcoraz | Foto: @scardina3Las conversaciones pasaban a un segundo plano. Lo importante era mirar atónito aquel paraíso hecho de una cenefa azulgrana en la pared, una banqueta larguísima donde los futbolistas se cambiaban y esa enorme estantería plagada de botas.
Algo ha sucedido allí. Entre el veintidós de febrero y el ocho de marzo, esta última fecha data de la última derrota del Huesca. Hasta ese día habíamos visto un conjunto azulgrana avasallador en casa y domado a domicilio. Hasta entonces el Huesca pareció un equipo que temía el paso de los minutos por asfixia mental, más que física. Las certezas tácticas trasvasaban en dudas y miedos.
El vestuario azulgrana es una fiesta tras cada partido. Imagen tras ganar en Fuenlabrada | Foto: @scardina3Pero el vestuario azulgrana mudó gradualmente en otra cosa. Las costumbristas victorias en casa han dado paso a una nueva versión del equipo lejos del Alcoraz. En el Cerro del Espino después de un partido sufridísimo cuya balanza declinó en favor de los azulgranas. En Getafe, creciendo con el paso de los minutos hasta resolver con una excelente pegada. Frente al Fuenlabrada, maravilló durante buena parte del encuentro para acabar dejando pasar los minutos sin presión. En el Fernando Torres, el Huesca consolidó ideas y jugó de memoria.
Tevenet ha logrado converger el juego oscense en espectáculo vistoso de fútbol, solidaridad y confianza. Así se ganó en Fuenlabrada: con una constante alabanza a la unidad sobre el verde y una actitud que vuelve a hablarnos de ese espíritu tan del Huesca.
Con el paso de los meses entenderemos mejor qué pasó en el vestuario azulgrana. Ese enclave del estadio, siempre enigmático, encierra algo especial. En unas semanas algo convulsas se acabó aderezando una confianza que definitivamente maduró y erigió en un equipo líder, de records, solidaridad y empaque.
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