ZARAGOZA | El Deportivo Aragón venció ante el Pontevedra (2-1) en un canto al fútbol de cantera, en la cita más importante de una generación que escribe paso a paso una bella historia. Una vez más, el equipo se comportó como una unidad, mostró que en su fútbol hay sueños reales e imaginados. Durante un tiempo, pareció tenerlo todo perdido. Más tarde, ganó por la vía emocional y el carril de la épica. Y lo hizo siempre con una melodía propia.
El Deportivo Aragón despertó con intención y encontró un camino prometedor. El filial se apoyó en el inicio en Pau Sans, que maniobró en el pasillo interior, y en Chema Aragüés, que abrió el campo y buscó el centro. Superado el arreón inicial del Aragón, el Pontevedra mostró su poder y sus registros. Hecho para ascender en el curso, llegó para ganar en La Romareda, por mucho que no lo hiciera. Le tomó el pulso al partido, creció por fuera y amenazó a Acín en el camino. Hizo daño en el perfil izquierdo, en un progreso permanente, hasta encontrar el gol al filo de la media hora.
Allí Dalisson bajó un balón del cielo en una palanca perfecta. Algunos pidieron falta, en el resto solo hubo asombro. El 18 aprovechó el desconcierto y serpenteó hasta marcar. Se deslizó en cada regate y encontró el gol por el palo más cercano (0-1). Los minutos que siguieron a esa acción mostraron la veteranía del Pontevedra, también su peligro en los pasillos interiores. Sin mucho protagonismo de Pablo Cortés, el equipo aprovechó el don de Aragüés para el centro, pero los remates de Pau Sans y Vacas tuvieron poca chicha. Mientras el partido se llenó de intentos, el Pontevedra parecía controlarlo todo en el fútbol posicional.
Fabio Conte lo cambió todo
Si amenazó en algún punto tras la reanudación el Deportivo Aragón fue a la carrera, pero los intentos no tenían cierre, los centros no tenían dueño. El partido estaba en ese lugar, en un punto cómodo para los visitantes, hasta que alguien desde la banda decidió cambiarlo todo. Fabio Conte partió desde el banquillo, pero en apenas tres minutos se convirtió en el mejor jugador sobre el césped.
Conte se mueve suave, elegante, con botas de encaje y un fútbol de seda. Quizá esté ante sus últimos partidos en la que siempre fue su casa. Pero ha decidido alargar la historia, escribir en sus últimas páginas la mejor frase del cuento. Un duelo intrascendente sirvió para forzar un córner que no pareció nada, pero que Conte convirtió en un todo. Lo celebró, con su alma napoletana, como si un saque de esquina fuera medio gol. Y su fe fue el otro medio.
Allí, en ese córner, Pau Sans y Fabio Conte recordaron dónde había empezado todo. En una urbanización de Valdefierro ensayaron remates como el del empate, goles que se cantaban a medias. Peinó el pequeño, remató el grande. Empató el Zaragoza y pensó entonces que el partido podía ser suyo (1-1).
Dibujó la pista Fabio Conte, con la cabeza levantada y el fútbol a sus pies. Puso el Deportivo Aragón el partido boca abajo y, en ese torbellino, forzó Mañas una falta perfecta en la frontal. Fue para Vaquero, que diseñó el triunfo con un golpeo violento, angulado, perfecto, al palo del portero. Pudo ser el gol de la eliminatoria, también el tanto de su vida (1-2).
El Deportivo Aragón venció en la agonía, mostró que hay que ganarle muchas veces para hacerlo en serio. Tuvo una segunda vida en el partido, en un rescate del colectivo y con dos nombres por encima del resto. Fabio Conte fue el verso libre y el estribillo, Alberto Vaquero el brazo ejecutor. Pusieron su firma en la victoria y demostraron que el playoff puede ser de este equipo.
Una anécdota explica el lugar de Fabio Conte en el partido. Ayer, Larraz le anunció que no iba a ser titular, pero le dijo también que tendría minutos en La Romareda. Conte dijo que iba a marcar. La escena se repitió sobre la banda, justo antes de que Fabio entrara. Tardó tres minutos en cumplir su promesa, en marcar el gol que había adivinado. Fue la mejor huella del partido y sirvió para cambiar el encuentro, para escribir un cuento que va de zagales y de princesas.