Ningún canterano en el once del Real Zaragoza ante el Albacete y solo uno, Carlos Nieto, ante el Málaga. Es la realidad a la que se enfrenta esta temporada el equipo blanquillo debido a la configuración de la plantilla realizada por Lalo Arantegui. Una plantilla que él mismo asegura “tiene alternativas” en “una temporada atípica”.
Lo típico y lo atípico ha dejado de existir a consecuencia de la pandemia. La realidad es la que la que es y el Real Zaragoza, su dirección deportiva y su plantilla deben adaptarse a ella como hacen el resto de equipos del fútbol profesional, sin lloriqueos ni lamentos. Durante el mercado de fichajes, la dirección deportiva zaragocista ha realizado 10 incorporaciones y ha dado salida, en forma de traspaso o cesión, hasta a 4 canteranos.
El debate viene arrastrándose desde hace varias temporadas, cuando el Real Zaragoza ha primado el aspecto económico sobre el deportivo traspasando a jugadores como Vallejo, Biel o Soro que esta temporada se ha ido al Granada, lo que demuestra lo lejos que está ahora mismo el Real Zaragoza de poder conseguir cesiones de calidad.
Dada la delicada situación de las arcas del club, podríamos dar esta política por válida al tratarse de la única vía posible para garantizar la supervivencia del club. El problema viene cuando la dirección deportiva zaragocista decide vivir al margen de la realidad en lugar de reconocer los hechos de forma sincera. De ahí que Arantegui califique de “demagogia” las críticas que prensa y aficionados realizan a su gestión de la cantera zaragocista.
La demagogía de Arantegui sobre la cantera
Hablar de “demagogía” es no querer ver la aclamación popular de lo que la afición quiere: jugadores entregados y que se sientan uno más del sentimiento blanquillo. ¿O es que acaso alguien puede decir que Tejero mejora a Delmás? ¿O que es mejor tener que aguantar los errores de Atienza que los de Clemente?
La formación de un canterano puede costar puntos, pero es preferible que sea un canterano quien cometa esos errores y que eso le sirva para crecer y mejorar a que los cometan jugadores de, en teoría, mayor calidad que apenas pasarán un par de temporadas en el club y se acabaran marchando cerrando una etapa que no tendrá mayor transcendencia en su carrera.
Más allá de lo deportivo
Con esta política no solo está en entredicho que el rendimiento deportivo de ciertos futbolistas sea mejor que el de los jugadores formados en el Deportivo Aragón, también lo está la conveniencia económica de esta política. El traspaso de Guti este verano al Elche se debe calificar de necesario, pero no así las salidas de futbolistas como Delmás al Cartagena. Tampoco lo son las cesiones de Lasure al Leganés o de Clemente al Logroñés.
Con estos futbolistas no se puede seguir el mismo criterio que con las salidas de Baselga, cedido al Atlético Baleares, o de Marc Aguado, con cesión al Andorra, que necesitan minutos para crecer como futbolistas. En el caso de Lasure y Clemente estamos ante futbolistas a todos los efectos de la primera plantilla del Real Zaragoza que deberían contar como uno más. Sus fichas no son elevadas, por lo que incluso es más rentable mantenerles a ellos en la plantilla que acometer otras incorporaciones de calidad muy similar pero con un sueldo mayor.
Las explicaciones de la dirección deportiva no se dan por válidas. El argumento de Arantegui y Baraja de justificar la salida de Clemente para dar más minutos a Francés se desmonta por si solo. Lejos de contar con el joven canterano, en cuanto Vigaray ha caído lesionado, el club se ha apresurado a buscar un lateral, Tejero, en lugar de confiar en un futbolista de la casa. A pesar de todo ello, las críticas para Arantegui no son más que demagogia. ¿Demagogia? Puede ¿Realidad? También.