Las derrotas desnudan a los equipos, los dejan huérfanos de puntos y alumbran las carencias maquilladas por los triunfos. A veces son una bendición. Me resisto a creer que lo del Huesca ante el Córdoba fuese un espejismo, pero los encuentros con Sevilla Atlético y Elche han revelado aspectos que pueden acabar pesando si no se corrigen a tiempo. Mejor que se hayan producido en septiembre que cuando la clasificación se encuentre más definida. Que quedan 36 jornadas, caramba.
Hasta el cuarto partido se vio al Huesca que quiere Anquela, intenso cuando defiende y vertical y veloz al atacar. El mismo perfil del estupendo final de la campaña anterior. ¿Qué ha pasado? Varias cosas. Contra el filial hispalense y el miércoles, los azulgranas han recibido cinco goles cuando en las cinco anteriores citas oficiales habían recibido dos. Curiosamente, sin Carlos David en el verde. Sea casual o elemental, la ausencia del central extremeño empeora las prestaciones defensivas, y para oscurecer el panorama se resintió de sus problemas físicos. Los cambios en los laterales, el de César obligado, no redundaron en una mejoría atrás.
Tampoco Samu jugó en plenitud. Y así el rubio pasa a castaño. Convertido en el líder sobre el terreno de juego, si se apaga se apaga el resto. Porque su influencia y presencia en los ataques es tan grande que los propios compañeros le buscan una y otra vez. Ya nadie levanta la mano para ser el capitán general cuando a Samu le faltan las fuerzas. En siete encuentros oficiales todavía no han marcado Borja Lázaro, Urko Vera ni Cmiljanic. Ninguno de los tres, por diversos motivos, ha gozado de continuidad para encajarse en un esquema táctico que sigue presentando un agujero.
Sin un mediocentro organizador (sí, volvemos a la cuestión) el Huesca se siente más cómodo sin balón que con él. El doble pivote defensivo privilegia una solidez que se ha extraviado en los últimos días pero limita el alcance de las acciones que nacen de los azulgranas. Y el rival ya sabe que si le deja pensar y no comete errores tiene opciones de madurar los partidos hasta que llegue el golpe. Así ha sucedido con Sevilla Atlético y Elche; cuando marcaron, el conjunto azulgrana se derrumbó.
Urge levantar esa moral quebradiza. También recuperar efectivos, la solidez defensiva, que el ratio de llegadas y goles se parezca al del Córdoba, por ejemplo, y darle una vuelta a lo de fichar un cerebro antes de enero. Muchos deberes antes del sábado en Valladolid, pero obligatorios.