ZARAGOZA | He buscado la palabra “desazón” en el diccionario y su significado es el siguiente: “Estado de intranquilidad o tristeza en que se encuentra una persona a causa de una alteración física o moral.” Que la verdad de las palabras está en su significado es una obviedad tan redundante que duele. Como duele la baja de Azón en el Real Zaragoza. Un dolor que como dice el significado de la palabra, provoca una tristeza en todos los que nos consideramos zaragocistas. La intranquilidad es un estado en el que los que amamos el escudo del león llevamos ya demasiado tiempo.
El prefijo “des” significa “sin”. Desdentado es el que no tiene dientes, como este Real Zaragoza nuestro que dejó de morder hace mucho tiempo. El siglo veintiuno nos ha servido para saborear pocas cosas y dejar la dentadura en la sala de trofeos junto a la memoria de lo que un día fuimos y que corre grave peligro de que lo olvidemos. El Real Zaragoza es un club y un equipo “desnaturalizado” sobre lo que ha sido históricamente. Lo natural ahora es comerse de vez en cuando un yogurt, también natural, por supuesto, los sabores los dejamos en el mismo lugar que las papilas gustativas y la honra. Un lugar a donde no sabemos volver. En la naturaleza del Real Zaragoza siempre había estado el orgullo de pertenencia, ya fuera como aficionado, jugador, entrenador o directivo. Ahora todo se diluye como un azucarillo en un café que más que despertarnos, nos provoca pesadillas. La nada está a un paso de aplastarnos para siempre si no se hace algo. Lo que sea. Pero con sentido.
Y como tenemos pocos problemas, a estos se les añaden las lesiones de algunos jugadores. Unas más importantes que otras, la que más la de Cristián. Pero en este artículo quiero destacar la de Azón. El prefijo “des” se rompe de dolor “sin” su presencia en el terreno de juego. Perro que muerde y que deja los ladridos para sus detractores. Hay quien dice que con las ganas de morder no vale y que hay que atrapar a la presa. Pero están muy equivocados. En una plantilla donde los dientes están escondidos en el mismo lugar que ese ímpetu inexistente, la rasmia sí que debe ser acogida como un valor a defender y a tener en cuenta. Con las ganas sí que se va a más sitios que sin ellas. Sus detractores le achacan falta de calidad y de acierto ante la portería rival, como si olvidaran que todos los delanteros con los que ha compartido demarcación desde que llegó al primer equipo tienen peores números que él menos Simeone, y porque estuvo lesionado durante bastantes jornadas.
Hay aficionados y periodistas que creen que debemos exigirle a una plantilla de segunda división, una excelencia propia de un equipo de Champions o de un Real Zaragoza de primera división de cualquiera de sus etapas gloriosas. Sí además el jugador es de la casa, esa exigencia se convierte en asfixiante e injusta, pues es una cosa que no pasa con las medianías de fuera de la región que han pasado y que pasan por el Real Zaragoza.
Azón es un jugador que suma siempre y eso en un equipo donde todo resta y es negatividad, es un valor añadido a sus características. Se le va a echar mucho de menos durante el tiempo que va a estar parado por la lesión que sufre. Los zaragocistas nos vamos a sentir más solos en el campo sin su garra, que es la única que emula a las del león del escudo. Y es que la desazón en el zaragocismo toma más sentido que nunca.