Querido lector: perdón que no me gire y le dé la espalda. Escribo estas líneas castigado en un rincón, con mis orejas de burro puestas como reza el castigo impuesto por Petón, muy feliz de ser castigado, por cierto. Prometí hablar de Míchel, de las dudas que me había generado todo el año la gestión de algunas cosas, y tocaba felicitarle, darle la razón en muchas de ellas y solicitar mi perdón públicamente por haberme equivocado.
He de confesar que a mí no me importa reconocer mis errores, prefiero no ser un palmero o un veleta, que los hay, ya se lo digo, pero que cada uno haga lo que quiera, sus actos les definen y usted que es inteligente sabrá diferenciar. Sí. Dudé de Michel y del proyecto, porque me costó entender porqué una única forma de jugar, porqué no cambiar el plan en alguna ocasión, porqué ser tan predecible ante los rivales. Pero aun siendo así, el Huesca ha sabido no sólo levantar una ventaja de 2 partidos con sus rivales, sino que al final, le ha puesto la guinda a la temporada siendo campeón.
Es fácil adornar y ponderar las cosas cuando todo sale bien, pero quizá el mérito estuvo en creer en ellas aunque no fueran resultadistas en un principio. Si echamos la vista atrás, el Huesca empezó como un tiro. Es verdad que a domicilio no lo pasaba bien, (en Almendralejo, por ejemplo, el Extremadura le frió a centros al área pero el Huesca acabó ganando). En casa, no puedo olvidar las victorias ante Deportivo o Real Oviedo, pero sobretodo, me quedo con la obtenida ante el Girona: aunque quedaba mucho, pensé que ese equipo había jugado como un verdadero campeón.
Llegó el frío y los tiempos de duda. Empate agónico en casa contra el Racing, victoria por pegada ante la Ponferradina o el bochorno de Lugo, partidos en los que entendiendo que el equipo podía fallar porque era humano, las dudas que me generaba empezaban a ser más que las buenas sensaciones. Como siempre digo lo que pienso y no me callo nada lo escribí, y aunque el derbi y los 3 puntos aliviaron un poco esa sensación, el no saber cerrar los partidos en Elche y Oviedo me volvió a preocupar.
Antes de la pandemia, me queda en el recuerdo la derrota dolorosa en Girona, en el último minuto, aunque creo que el equipo había hecho méritos para haber perdido antes, el baño táctico en Ponferrada o la buena victoria ante el Fuenlabrada para ir espantando alguna duda. Hasta el parón, luces y sombras, eso sí, con posibilidades de todo. Y tras la vuelta del parón, muchas más luces que sombras, también lo dejé escrito. Sólo en Albacete el equipo me hizo creer que las dudas que me había generado durante el invierno volvían a aparecer.
Lo de Santander, está fuera de categoría analizable, porque al final, entiendes que esa derrota fue un cúmulo de todo, perdonable además por lo visto ante el Numancia. Pero el Huesca tenía que dar el callo y lo dio: ante el Mirandés a pesar de perder, en Málaga aunque la victoria no fuera brillante, ante el Cádiz a pesar del empate, en el derbi donde ganó lo que se le había escapado días antes. Ante el Las Palmas ratificó que su mejoría era clara y ante el Alcorcón, ya no me dejó dudas: eso olía a algo grande. Algo grande porque el plan era siempre el mismo pero salía bien, porque los futbolistas respondían, y aunque algunos achacaran a Míchel porqué jugaba fulanito o menganito estaba en el banquillo, siempre fui de los que pensaba que esas rotaciones le daban la razón, porque los resultados así lo reflejaban.
Pasado lo de Santander, el puñetazo en la mesa ante el Numancia fue tan potente que no tuvo réplica posible: si los resultados no hubieran acompañado, el Huesca habría subido en Gijón, porque tenía una pinta horrorosa a equipo de Primera, pero no se debe olvidar, que el partido ante los sorianos fue sublime, de los 3 mejores de la temporada seguro.
Tras conseguir el objetivo, entiendo y acepto que Michel se reivindicara, él y su equipo, por supuesto. Lo que me sorprendió es que el “ruido de fuera” le afectara, no sé si poco o mucho, pero como en sus últimas comparecencias aludió a él en varias ocasiones, entiendo que algo le molestaría. Puede ser que dolieran las dudas de parte del entorno, puede ser que no supiéramos entender bien su idea o su trabajo. Lo que sí es cierto que al final, él era el acertado y en mi caso, yo el equivocado, por eso aquí seguiré pagando penitencia.
Eso sí, si Míchel ha escuchado ruido externo, no le recomiendo entrenar a equipos como el Oviedo, Sporting o Zaragoza, por citar algunos en Segunda, ni tampoco visitar los banquillos de Valencia, Athletic, Sevilla o Betis, por no citar equipos más grandes, porque si lo de Huesca le parece ruido molesto, en esas ciudades le romperán los tímpanos.
En resumen, que Michel, su proyecto, su forma de juego aprueban, con sobresaliente además, y yo me quedo todo el verano castigado, esperando que en septiembre me levanten el castigo. Espero que este acto de contrición sirva como enmienda. Eso sí, seguiré diciendo lo que opino, y si tengo que pedir perdón, lo haré sin ningún apuro, porque errar es de humanos, pero reconocer los errores es de honrados, y me gusta ser de este tipo. Como me quedo todo el verano estudiando, en algún recreo les contaré cosas.