HUESCA |Cuatro días de carrera y cinco días de Trans-Nomad en el que no ha faltado ni uno solo de los ingredientes que hace grande a una prueba de este calibre: una variedad de paisajes compuesta de escarpados puertos de alta montaña, praderas abiertas al valle o bucólicos y cerrados bosques; una meteorología cambiante que ha dejado postales irrepetibles en cada una de las jornadas y, por supuesto, un reñido y emocionante resultado final. Largas jornadas de porteos de bicicleta a más de 2.000 metros de altitud, de 4 a 6 tramos de senderos cronometrados al día, enlaces y pedaleos de alta montañas por los valles de Bielsa y de Chistau en el Pirineo aragonés.
Todos los elementos que componen la Trans-Nomad han funcionado como un engranaje perfecto y, seguramente, este es uno de los motivos por los cuales la organización ya está pensando en una octava edición, el próximo año. En el terreno más estrictamente deportivo, los días de carrera se han sucedido de la manera más lógica, abriendo boca con un escénico descenso desde un pico Comodoto envuelto en borrasca, al que sucedió la bajada por los bosques de la Sierra de Espierba, cuyos senderos se enmarcan dentro del territorio MTB local, Bielsa Trocs.
El segundo día, el transfronterizo Puerto de La Forqueta, en Bielsa, fue todo un premio a los sentidos tras el duro porteo que condujo a los participantes hasta el inicio del primer descenso, que finalizó en el pueblo de Chisagüés. Por la tarde, el salvaje Valle de Ruego llevó a los corredores hasta, de nuevo, la Sierra de Espierba, donde aguardaban otros dos tramos de Bielsa Trocs que se convirtieron en los favoritos de muchos participantes.
La etapa reina estuvo reservada al indómito Bal de Chistau, desde cuyo histórico Puerto de la Madera comenzó uno de los descensos más técnicos de esta edición: terreno lunar y pedregoso primero y bosques de pinos y abetos después, para finalizar en un bucólico avituallamiento de alta montaña, a orillas de la parte alta del río Cinqueta. Por la tarde, el Collado de la Cruz de Guardia volvió a convertirse en uno de los lugares de paso más míticos de TransNomad.
La épica de TransNomad hizo su aparición estelar el último día de carrera que, pese a ser, sobre el papel, el menos exigente en cuanto a desnivel a salvar, se convirtió, gracias a una incesante lluvia fina que no dejó de caer en todo el día, en la jornada más épica de las cuatro, arrancando, por igual, sonrisas de satisfacción y lágrimas de esfuerzo titánico.
Gabriel Torralba, líder de la Trans-Nomad
El oscense Gabriel Torralba subió al podium de la categoría elite masculina. Tras él, el alemán Anton Wünscher, que disputaba su primera TransNomad y el Francés Camille Servant, completaron el pódium. En la categoría e-bike, el francés Damien Oton volvió a alzarse con la victoria, seguido de su compañero Edgar Carballo y del francés Carles Mas.
En una séptima edición en la que se ha batido récord de participación femenina, la jovencísima escocesa Ella Connolly no ha dado tregua en lo más alto de la clasificación diaria. La francesa Morgan Jonnier, quien está realizando siete de las carreras de ciclo-montañismo a vista más importantes del mundo, se hizo con el segundo puesto, y la suiza Daniela Michel con el tercer puesto, cerraron el repaso a los pódiums. Unos pódiums que, en vista del buen ambiente reinante entre corredores y organización durante toda la prueba y, especialmente, en la divertida celebración final, es casi lo de menos en esta aventura que ya es un clásico del calendario mundial.