¿Qué sería de un partido de LaLiga Smartbank sin sus complicaciones? ¿Qué sería de una película sin trama, me preguntaba allá por el minuto sesenta? La SD Huesca escribió a las primeras de cambio un rápido guion gracias a los tempraneros tantos de Raba y Mikel Rico. La afición presente en la grada vislumbraba un encuentro plácido, cómodo y apacible cuando apenas se había llegado a la media hora de juego.
El reparto estaba claro en la fría tarde del sábado. Álvaro Fernández se erigió como el primer protagonista –con permiso de Mikel, Juan Carlos, Mosquera y Okazaki- sacando una mano antológica a un remate de Bolaño, también conocido como Cristian Fernández. Un viejo conocido por su pasado azulgrana que se convirtió en el antagonista de la función. Un villano con mala uva que anotó el tanto del Oviedo y que a punto estuvo de poner las tablas antes del paso por los vestuarios.
El tiempo que poco acompañaba contagió a los intérpretes en la segunda parte y el ritmo del partido cogió un aroma de película mala, mala. Míchel buscó dar alas a su equipo con la entrada de Ferreiro pero el gallego parece no pasar por su mejor momento. Uno de los llamados a ser protagonistas que no jugó ese papel tan necesario que pedía a gritos el guión. El esquema del Huesca cambió y el equipo se arropó. En el minuto 85 escuché un “¡tener que sufrir en este partido tiene narices!”. Acto seguido, Mikel anotaba el tanto que cerraba el ‘filme’. No todo iba a ser tan sencillo, oiga.
Como precedente, Juan Carlos había cuajado ya un soberbio partido. Sus conducciones en tres cuartos de campo dieron vida a los azulgranas. Okazaki sigue demostrando qué es Okazaki. Con trabajo del que en ocasiones poco se valora, anotó dos goles que el VAR le privó. Mosquera seguía a lo suyo interpretando su papel de capitán que guía al barco. Una nueva lección de cómo hay que dirigir a un equipo. Y es que, cuando los mejores actores de este Huesca aparecen, la película es de ‘Oscar’.
La victoria de la SD Huesca tuvo varios colores que iban tiñéndose a medida que pasaban los minutos. Con un run run en la grada durante varios tramos que los pupilos de Míchel supieron silenciar como de costumbre en El Alcoraz. Pero es lo que tiene esta competición, que todos los partidos tienen sus complicaciones. Y todas las películas tienen sus tramas.