La Romareda mostró su desagrado con parte de los jugadores del Real Zaragoza en el encuentro del pasado domingo ante el Alcorcón. La afición zaragocista, tan paciente durante meses, estalló. Lo hizo eso sí, de forma puntual y hacia jugadores concretos.
El grueso de la grada se centró en apoyar al Real Zaragoza durante los 90 minutos de partido. Eso es algo que nunca se le podrá negar a a la afición blanquilla. Su apoyo y paciencia a lo largo de esta prolongada andadura en Segunda División son dignos de admirar.
Y cuando la paciencia llega a su límite, hay dos formas de demostrarlo: la critica o la resignación. Parte de la afición zaragocista asume la realidad que le toca vivir a su Real Zaragoza. Se centran en apoyar y esperar a que lleguen tiempo mejores. Siendo, a pesar de ello, muy conscientes del nivel de responsabilidad de todos los actores de este drama.
Por otro lado, otra parte de la afición opta por la critica directa, mostrando abiertamente su desacuerdo con abucheos y pitos. El centro de las críticas de parte de la afición en el encuentro ante el Alcorcón fue Jorge Pombo. Otro sector, bastante minoritario, optó por centrar el foco de su ira en Álvaro Vázquez.
Pombo y Vázquez, los señalados
En el caso de Jorge Pombo su paso de “ángel” a “demonio” ha sido meteórico. Comenzó la temporada como uno de los jugadores más queridos. Su irregular rendimiento, su egoísmo de cara a portería y sus problemas para renovar con el Real Zaragoza, son los motivos principales de la decepción que Pombo ha supuesto para gran parte de la afición blanquilla.
A ello, hay que sumar su descarada sinceridad. Pombo quiso dar la cara ante la afición del Real Zaragoza el pasado mes de noviembre. Está claro que no mentía: muchos de sus compañeros podían (y pueden) dar mucho más de lo que están dando. Discutible es, eso sí, la forma de expresarlo.
Sus declaraciones encendieron los ánimos de más de uno en el vestuario. Algo humano, por otra parte. Y si no, que levante la mano aquel que se lleve a las mil maravillas con todos sus compañeros de trabajo.
Por parte de Álvaro Vázquez, un pequeño sector de la afición arremetió contra él ante su desencuentro constante con el gol. Se esperaba mucho más de Vázquez, pero se esperaba todavía más de quien decidió ficharle.
Estamos por tanto, ante un fracaso global que solo puede revertirse de la misma manera: en conjunto. Es necesario actuar unidos y mirar en la misma dirección para que el Real Zaragoza se salve. Cuando la supervivencia en Segunda División esté asegurada, se tendrán que buscar culpables. Y ahí La Romareda deberá ser implacable.