Ante el hábil y veloz Amath, el Huesca superó desde el inicio, dominó e incluso anticipó para ganar. Completísimo, por madurez, base y talento.
La SD Huesca sigue creciendo, y sorprendiendo, quizá lo más difícil. Porque ni cuando Soriano perdió de vista Amath y Jair tuvo que saltar, Aguilera no cerró y Akapo no llegó, el Huesca perdió. Encajó pero siempre estuvo por encima de un rival que insistió en Amath para sostenerse.
El ’31’ local buscó insistentemente la espalda de Jair, cayendo siempre a banda derecha. Desde ahí llegó el gol del Tenerife y desde ese costado trazó dos peligrosas diagonales. Sin embargo, solamente era eso. El Huesca estuvo muy bien con balón, tuvo mucho y llegaba tocando. E incluso la sacaba jugando desde atrás ante la avanzada pero tímida presión de los de Martí. No obstante, el centro del campo azulgrana, formado por Aguilera y Melero, estaba expuesto ante la movilidad de Amath y los futbolistas que debían servirle.
Llegar a tres cuartos no era complicado; mucho más costó trenzar ahí para finalizar. Faltaba talento en cuanto a idea para ser decisivo en las inmediaciones del área local para dotar esa circulación previa de la calidad necesaria para dañar. Un Samu muy activo pero espeso propició la dicho. El Tenerife, por su parte, era peligroso por su banda derecha, ante Vadillo y Soriano, más débiles defensivamente que Ferreiro y Akapo, y donde se encontraba su pieza clave, el mencionado Amath.
Un Vadillo desentonado, desafinado con el resto de sus compañeros, cedió su sitio a Camacho (62′), quien se situó en la banda izquierda. A partir de ese instante se erigió una SD Huesca dominante, que robaba rápidamente y en campo rival cuando sus circulaciones, originadas desde la base, eran interrumpidas. David López (65′ por Aguilera) le dio mayor dominio a los de Anquela y el Huesca pasó al 4-3-3 con Melero como pivote, David y Camacho como interiores y Samu Sáiz pasando al costado derecho.
Superioridad balompédica y territorial. Con más gente y con más nivel. El Huesca ya filtró más que bien. Que aprovechó su gran y destacada posesión de balón para ser profundo tras ser ancho gracias al talento de la medular y al incansable recorrido de Akapo. Mayor dinamismo, mayor incisión, y un Tenerife que no sabía cómo detener la estampida azulgrana.
En ese contexto tan favorable para el Huesca, se erigió Melero, soberbio en cuanto a elección, lo más complicado. Sabe dónde, cómo y cuándo dar el balón para que resulte el éxito. Fue Gonzalo el precursor e iniciador de ese Huesca filtrador, que encontraba a Samu como canalizador, que superaba líneas a través de un solo pase. Imponente.
Urko Vera convirtió la insistencia de enorme criterio visitante, y entonces el Huesca respiró, que no se tomó un respiro. Porque siguió con el mismo ‘modus operandi’ pero con la mente fría, ordenándose en un 4-4-2 con Camacho en el lateral izquierdo para proteger lo logrado en esos últimos minutos en los que resistió la remontada de un Huesca imponente a la par que dominante. Da gusto.