Fastidió perder un encuentro que podía servir para afianzar todo lo que nos gusta, pero no pudo ser. Sin embargo, lo que nos gusta, estuvo; no desaparece ni marchará, porque se tiene. Las buenas sensaciones se mantienen tras un duelo que, al Mallorca, le tocó ganar.
Duelen más las formas que el fondo de la derrota. El Huesca salió a jugar en campo contrario y dominó los primeros compases en su costado izquierdo gracias a la colaboración de Ferreiro y Samu Sáiz. Sin embargo, se produjeron dos errores en dos balones parados en contra que, a la postre, costaron el partido, y las críticas. Primero, Bambock perdió el duelo aéreo en un balón lanzado por Cabrero y el Mallorca giró desde su derecha a su izquierda. Sólo quedó Brandon aprovechándose del fortuito regalo de Íñigo López.
El segundo llegó de repente y cuando el Mallorca puso rápidamente el esférico en juego tras otro balón parado, cogiendo al Huesca más desatento que descolocado y conectando por dentro sin que nadie llegara. Le volvió a tocar a Íñigo ser el centro de las miradas; forzado, poco pudo hacer para evitar el tanto. El fútbol es caprichoso, y con el Huesca, en Mallorca, fue demasiado cruel demasiado rápido.
Tras ello, otro partido. En el contexto, que no en las formas. Porque el Huesca siguió igual, y hacía bien, pues se desempeñaba de forma muy correcta con balón en campo rival. Sin embargo, en las pocas ocasiones en las que el Mallorca jugó desde atrás, el Huesca presionó mal, dejando mucho espacio entre sus dos primeras líneas, la defensiva y la medular. Una mala coordinación que, también, se vio en la cantidad de duelos que los bermellones ganaron en el centro del campo gracias, en gran parte, a un Culio superior. Pero es un detalle.
Como superior también fue, por el bando azulgrana, Vadillo. Porque lo es y porque sabe que lo es, que es más importante. Mejor en los uno contra unos y a la hora de quedarse el balón y tocar, actuando en una banda derecha que alternó con Ferreiro superada la primera media hora. Sin embargo, no sumó ejecutando los balones parados. Ni él, ni su compañero gallego. El Huesca se sintió mejor que el Mallorca pero resultó muy poco preciso en las acciones a balón parado a favor. Camacho no estaba y Samu Sáiz no lanzó.
Según Anquela, en seis minutos se tiró todo el trabajo de la semana. Pero la respuesta es un “sí” engañoso, porque tiene muchos matices. En los seis minutos iniciales se produjeron dos errores puntuales en los que Íñigo López, en un mal estado de forma, fue la cara visible. Por ello cayó el Huesca en Mallorca, que concedió la sentencia en una pérdida en salida en el mediocampo que los de Fernando Vázquez supieron aprovechar en una transición ofensiva bien ejecutada.
Y se formó la ‘BBU’. Boris Cmiljanic sustituyó a Ferreiro (65′) y participó en banda izquierda mientras que Urko Vera (76′) entró por Íñigo López y se colocó junto a Borja Lázaro. El Huesca se situó en un 4-2-4 cerrando con Akapo, Bambock, Íñigo López y Brezancic; con Samu Sáiz y Melero en la medular, con Vadillo, Urko Vera, Borja Lázaro y Cmiljanic arriba, con los dos laterales muy proyectados en ataque y con los dos extremos metiéndose por dentro. Kilian (83′) fue el último en entrar, en detrimento de Akapo. Los azulgrana combinaron más y mejor, si cabe, pero ni el tiempo ni el resultado servían de ayuda.
Se cayó goleado pero las sensaciones no fueron malas, ni mucho menos. Se generaron conexiones por dentro en tres cuartos, que hacen bueno a un equipo de Segunda, y el equipo llegó a las inmediaciones del área rival por calidad. El Huesca siguió en la línea de los partidos que lleva realizando últimamente, en los que no siempre luce pero gana (y también golea) y en los que destaca pero termina perdiendo, y en el Iberostari le tocó la segunda opción.