ZARAGOZA | La efectividad del Burgos castigó duramente la apatía de un Real Zaragoza nulo en intenciones y falto de actitud. El equipo de Víctor Fernández tiró de mandíbula para encajar y responder al primer golpe, pero los dos siguientes representaron una montaña muy difícil de escalar. Los blanquillos encontraron en el rendimiento individual, ahí donde habían cimentado hasta ahora la mejora colectiva, una losa enorme.
Cristian Álvarez (4): Volvió el mejor de los nuestros en un día gris, feo, en el que el Burgos hizo buena su puntualidad. No estuvo muy exigido, pero recibió tres goles en cuatro disparos.
Fran Gámez (5): Más volumen que precisión durante todo el partido. Su encuentro fue un ida y vuelta continua, un caos en el que pudo vencer. Con todo el carril para él llegó fatigado en la mayoría de sus incursiones, pero por tramos fue el más peligroso del Real Zaragoza.
Santiago Mouriño (4’5): Defensivamente cuajó un partido infranqueable. Fer Niño ni le tosió. Pero volvió a dejar a deber con el balón. Hoy, sus conducciones estuvieron lejos de ser un atajo y el equipo lo notó.
Lluís López (4): Unas molestias en la rodilla le obligaron a abandonar el terreno de juego al descanso. De su primera parte hay poco que rescatar: permutó constantemente con Mouriño para sacar el balón, se hundió en exceso en el gol de Montiel y jugó permanentemente protegido.
Alejandro Francés (6): Un resbalón fatal dio origen al 1-3 definitivo, pero volvió a jugar sólo contra el peligro. Lo intentó de muchas formas diferentes, a través del disparo lejano, por arriba, a partir del pase…
Germán Valera (1): Disponer de todo el carril para él juega en su contra. Sufre en los retornos, llega desfondado al último tercio y decide muy mal. El 0-1 le retrata: vuelve andando con el equipo partido.
Toni Moya (1): Recordó al jugador de sus peores días. No tuvo intención nunca de hacerse protagonista y echó de menos a Marc Aguado. Kévin Appin le ganó todos y cada uno de los duelos. Desapercibido.
Jaume Grau (6’5): El mejor jugador del Real Zaragoza. Fue de menos a más con balón y sin él acabó siendo una bombona de oxígeno para equilibrar y corregir. Al equipo de Víctor le faltó un mejor primer pase, pero encontró en él una solución para muchas situaciones. Marcó con algo de fortuna su segundo gol de la temporada.
Maikel Mesa (1): Pasó de puntillas por el partido. Su huella no se impuso y se dejó llevar por la apatía de su equipo. Nunca encontró su sitio entre líneas y terminó señalado.
Iván Azón (4’5): Volvió a recordar al Azón de hace unos meses, más pendiente de la disputa contra el árbitro que contra la que tenía que librar con Córdoba. La frustración se apoderó de él, le fue alejando poco a poco del partido y ensució su actuación.
Adrián Liso (6’5): Sin haber encontrado todavía la manera de hacer más regular su fútbol, los mejores minutos del Real Zaragoza llegaron a partir de su atrevimiento, velocidad y determinación. Rozó, en la jugada anterior al tanto de Grau, un gol antológico, de otra categoría. Cada día más importante.
También jugaron:
Jair Amador (2): Entró frío al partido tras la reanudación y en 25 segundos el Burgos se encargó de congelarle. Nunca estuvo a la altura.
Marcos Cuenca (SC)
Akim Zedadka (SC)
Sergi Enrich (SC)
Entrenador:
Víctor Fernández (1): Repitió dibujo en una elección muy discutida por el rival que tenía enfrente y, de primeras, Jon Pérez Bolo le ganó en la pizarra. A su equipo le costó contragolpear en un partido que se rompió desde muy pronto y tuvo que nadar siempre a contracorriente. Tardó muchísimo en hacer los cambios, un detalle que desesperó a La Romareda, y cuando llegaron fueron a la desesperada, ya con el 1-3 en el marcador. Eligió a Enrich por delante de Bakis en un cambio que dice todo y nada a la vez.