Lucas Eguibar es una de las más firmes promesas para que España consiga una medalla en los Juegos Olímpicos de Corea del Sur, que se celebran en febrero de 2018. El donostiarra, formado en las estaciones de esquí del Valle de Aragón, esta temporada es, además, la imagen del holding aragonés de la nieve, Aramón.
Descuenta los días del calendario. Para todo deportista, la Olimpiada es lo máximo. Muchos optan a medalla, pocos son los elegidos. Tras esos segundos de gloria, un ímprobo trabajo detrás. Lucas Eguibar fue diploma en Sochi. En su abultado palmarés, el Globo de Cristal de boardercross conseguido en 2015, y la plata del Mundial de Sierra Nevada destacan mediáticamente. El donostiarra ahormado en las estaciones de esquí aragonesas –Candanchú y Astún, principalmente- es el más firme candidato para que el Spainsnow brille con luz propia en Corea del Sur. Lo sabe. Es consciente de ello. Y hasta le gusta el reto. Lleva la competitividad en su ADN. Por tanto, cómo no va a buscar la presea si además es un top mundial de la especialidad.
Llegó al snow aburrido del esquí. Ha labrado un camino de victorias tremendo. Más en un país donde este deporte descansa en el ocio por encima de la competición. Pese a ello, también ha dado y da buenos deportistas. España es como es. Singular. Eguibar arrancó el calendario competitivo de esta temporada el pasado mes de septiembre en Cerro Catedral (Argentina). “No estuve entre los mejores, pero son cosas que pasan. La segunda carrera hice un Top 10, fue mejor, pero me supo mal porque he venido para estar mucho más adelante”, dice sin falso orgullo, que remacha así: “Sé que puedo estar adelante y no acepto otra cosa”.
Febrero de 2018 es el mes y el año marcado a fuego. Pyeongchang, el lugar elegido para participar en sus segundos Juegos. Sochi (Rusia) le dejó un diploma, de Corea del Sur quiere salir con medalla. “Es difícil expresar lo que significa acudir a una Olimpiada. Es una mezcla de sentimientos, una motivación increíble. Los Juegos Olímpicos es la mayor competición que hay para un deportista. Van a ser mis segundos y es que (competir allí) lo es todo”. Reconoce que las de Sochi fueron “extrañas”, porque hubo muchos problemas para ir y “no pude vivir ese espíritu olímpico: llegué, competí y me fui. Espero en estas disfrutar más. Desfilar con el equipo, ver a mis compañeros…”.
El territorio olímpico lo conoce. En 2015 compitió “y me encantó. Es una estación increíble. A pie de pistas tienes rascacielos y vi a un mogollón de gente que le encantaba el snowboarder y que nos seguía”. “¿Presionado porque muchos esperan que saque medalla? El primer presionado soy yo. La quiero una medalla y soy consciente de ello; y si pierdo el primero que se va a cabrear también soy yo. Me lo tomo con ilusión y veo que la gente confía en mí, que se puede conseguir y es una motivación pensar que hay gente que me apoya. Es un extra”, afirma.
Por otra parte, Eguibar es este año imagen de Aramón. Sus constantes viajes por las mejores estaciones del mundo implican que atesore una rica colección de ideas para ponerlas al servicio del holding aragonés de la nieve. “Haremos algunos circuitos”, señala. Eso sí, habrá que adaptarse al terreno, a las características de las propias estaciones de Formigal-Panticosa y Cerler en el caso de las del Pirineo. “La montaña es diferente y cada circuito será diferente. Todo depende de la cantidad de nieve que tengamos”, dice y desliza que alguna fase del campeonato de España de boardercross se celebrará en Formigal. Más aún. “Si todo va bien y hay buena nieve incluso estaremos entrenando con el equipo nacional antes de ir a los Juegos”, subraya.