Aunque tres jornadas sean pocas y sólo hayamos conocido la faceta azulgrana como visitante, ya se atisban pinceladas de lo que es el conjunto de Leo Franco y lo más importante de todo, en lo que puede llegar a convertirse. Con la premisa de que 270 minutos dan para muy poco, deberá ser el tiempo el que nos descubra todas las interioridades y nos permita hacer un análisis mucho más pormenorizado. Quizás sea demasiado pronto, pero el parón y estos tres interesantes y exigentes partidos ligueros han dado para mucho.
En todos ellos, un denominador común: el dibujo. En todas y cada una de las alineaciones, el conjunto oscense ha formado parapetado en un 4-4-2. En una disposición con el bloque medio medio-bajo, los pupilos de Leo han ofrecido una gran cantidad de recursos, sobre todo ofensivos. Y lo mejor de todo, sin la necesidad de tener una posesión de pelota alta, más bien lo contrario. Tanto en Eibar (31%), como en Bilbao (40%) y Barcelona (32%) los oscenses han sucumbido a la posesión del cuero y podría decirse que durante muchos minutos tampoco la han necesitado para explotar con eficacia sus virtudes. Seguramente de una manera consciente, estudiada, que aprovechando la estrecha distancia entre todas sus líneas, ha sometido a los rivales a unas transiciones veloces y llenas de peligro. Con la premisa del robo como factor que desequilibra. Este Huesca penaliza, dejando muestras de que se conoce y, lo mejor de todo, con la idea muy clara. En esta faceta destacan Miramón, con 17 recuperaciones; Melero, con 16, y Gallar, con 15.
Las animosas y efectivas subidas de los laterales, con un Miramón bravucón, valiente y atrevido, pasando por las incisivas diagonales de Gallar y las apariciones -escasas, eso sí- de Moi Gómez en posiciones más centradas, han supuesto el acompañamiento perfecto para la dupla Longo-‘Cucho’. Uno, la referencia, y el otro, la movilidad. Uno, el trabajo; el otro, el descaro. Y por si eso era poco ha aparecido el desenfado y la exaltación de ‘Chimy’ Ávila y las apariciones de un Gonzalo Melero más ocupado en facetas de equilibrio e inicio del juego. Un buen puñado de argumentos para pensar que este Huesca tiene las cosas claras y demuestra descaro, atrevimiento y una efectiva pegada. De hecho, es el equipo que más goles lleva (6) en relación a los disparos realizados (20).
Pero este 4-4-2 también ha exhibido algunas de sus limitaciones. La dupla Musto-Melero sufre en demasía cuando el rival somete con la posesión de la pelota. La aparente inferioridad numérica se hace más visible cuando el equipo se estira, cuando la ayuda no llega. Ahí están jugando un papel fundamental ambos interiores (Gallar y Moi), que con su incesante trabajo palían esta deficiencia. Pero para ello, el Huesca pierde algo de llegada, pierde presencia en campo contrario y como ya le pasó en Eibar -y mucho más acusadamente en Barcelona-, físicamente con el paso de los minutos se apaga, aunque es verdad que es muy difícil que se vuelva a encontrar un equipo que le penalice tanto este hecho como el conjunto de Valverde, casi único y diferencial en la faceta de martillear al rival a través del balón, la ocupación de espacios, la superioridad en todas sus líneas y los continuos dos contra uno en banda.
Pero sí conviene tenerlo presente porque es muy probable que le sucederá en más ocasiones. Quizás no con el mismo nivel de sometimiento, seguro sin las mismas individualidades, pero posiblemente con la misma idea de fondo. Para ello será interesante saber las evoluciones que propone Leo Franco y su equipo. La temporada es muy larga. Y la composición de la plantilla, sus piezas y el desgaste que supondrá perder -si se pierde- la sorpresa y el descaro animoso de este inicio de temporada, obligarán a buscar alternativas para, cuando lo que este 4-4-2 suma, sea menor que lo que resta. En ese supuesto se atisba la evolución más coherente: el 4-3-3. Una disposición que -sobre el papel- permitirá controlar, a través de la posesión, el tempo y el físico, algunas determinadas fases de los partidos. Como ya sucedía la temporada pasada, algunos futbolistas se sienten mejor, explotan mejor sus virtudes y dotan al equipo de una fiabilidad defensiva visible.
Los claros ejemplos son jugadores como Moi Gómez o Gonzalo Melero, mucho más importantes y decisivos cuando frecuentan posiciones centradas y en el caso del capitán, más adelantadas. Ahí es donde les hemos visto explotar sus mejores virtudes y por eso en este 4-4-2 actual se ven algo extraños, aunque su incuestionable calidad les permite disimularlo. La presencia de Musto o Aguilera les dará presumiblemente libertad y cuando el equipo sufra, estos se podrán permitir el lujo de colocarse como un defensa más. El mediocentro azulgrana al rescate de la vía de agua. ¿Les suena? Hasta ahora, la labor del aparentemente ‘stopper’ se está viendo limitada en sus ayuda defensivas. El sólo hecho de ser dos limita sus funciones de salvaguardar las espaldas de sus compañeros. Y eso, en contextos determinados, se paga.
Es ahí donde el equipo sufre y donde está mostrando el principal y de momento nada preocupante lunar defensivo. El desgaste provocado por las inferioridades acaba agotando y la brillante conjunción de un equipo que juega muy juntito termina por ensancharse. La única ecuación que relativiza el cansancio es la posesión del balón. No hay antídoto mejor para paliarlo. Por eso conviene aumentar ese porcentaje. Ahora da, pero la lógica dice que dentro de un tiempo terminará condenando.
Le sucedió en Ipurua y le mató en Barcelona. Entre medias, le dio para competir de tú a tú ante un Athletic que renunció con descaro a la aparente superioridad numérica y por ende al balón. Seguramente, el marcador tan favorable poco le ayudó.
“Esa es la principal virtud azulgrana: su capacidad de ocupar los espacios y con una velocidad elevada”
En ese contexto el Huesca se envalentonó, olio sangre y mordió. Porque arrestos no le faltan y virtudes ofensivas tampoco, máxime cuando el rival concede espacios, tanto interiores como exteriores. Porque al igual que el año pasado este Huesca sigue explotando a la perfección las aportaciones de sus laterales.
Esa es la principal virtud azulgrana: su capacidad de ocupar los espacios y, además, con una velocidad elevada. Sin la necesidad de dominar, ni utilizar excesivos toques de pelota. Y es por ello que Leo, de una forma inteligente, está incidiendo en esta faceta. Su 4-4-2 de momento carbura, divierte, sorprende y le da para ser muy competitivo. La pregunta es: ¿qué pasará cuando el equipo no sea tan eficaz, cuando no fluya, cuando no pueda correr? Ahí seguramente vendrá la exploración natural que le concede las particularidades de sus futbolistas. La evolución a un planteamiento donde se deba conceder más presencia númerica y posicional al mediocampo azulgrana. Donde la ocupación de espacios se produzca a través del balón, de la combinación.
Y una buena demostración de que el equipo también se maneja en esta otra faceta es el primer gol en el Camp Nou. Exquisito, desde atrás, aprovechando la combinación y los espacios para sortear cada una de las líneas que se iba encontrando a su camino. ¡Y llegando! Porque si algo tiene el equipo azulgrana es futbolistas con llegada, con valentía para aprovechar los espacios que genera un delantero trabajador, con calidad y generoso como Longo. La tecla, de momento, funciona, gusta y se gusta y, lo mejor de todo: genera. ¿Tendremos evolución?