JIM ha dejado de ser este lunes el entrenador del Real Zaragoza. La noticia era uno de esos rumores que se anuncian antes de tiempo. Tras el triunfo frente al Sanse, Juan Ignacio Martínez le puso palabras al pensamiento de todos: “Todo indica que este será mi último partido con el Real Zaragoza”.
El técnico alicantino cierra así una temporada y media al frente del equipo aragonés. En su primer curso fue el autor de un milagro. La salvación del Zaragoza no se entiende sin su llegada, sin su paternalismo y su conocimiento del juego. Sus años en el fútbol de barro le permitieron reparar a un equipo herido en el ánimo y en el fútbol. Logró la permanencia del Zaragoza en el momento más difícil de su historia, con la negativa de algunas voces conocidas y apreciadas por el zaragocismo. JIM llegó sin miedo a nada, con un discurso sin grandes artificios, pero fue capaz de mejorar el fútbol del grupo a través de la sencillez y la solidez defensiva.
Sobrevivió el Real Zaragoza en su primer curso, pero no pudo volar más allá de la décima posición en el segundo. El técnico compró el mensaje de su mayor valedor y quizá ese fue su mayor defecto. Por el camino, le faltó un punto de valentía con la cantera y le sobró respeto hacia algunos jugadores lejos de su punto de forma. Más allá de todo, el balance general del curso demuestra de nuevo las virtudes del técnico. Con un Zaragoza menor, fue capaz de tutear a los mejores en el duelo directo y logró un lugar en la mitad de tabla. Su gran espina la encontró él mismo: “Me duele no haber conseguido que el Zaragoza vuelva conmigo a Primera División”.
JIM será recordado para siempre en Zaragoza. Cercano, amable y con una humanidad especial, su trato con el público y los medios ha sido intachable. Ha sido bueno, en el mejor sentido de la palabra. El balance del Zaragoza a su cargo se resume también en los datos: 65 partidos, con 21 triunfos, 27 empates y 17 derrotas. El técnico alicantino supo entender el momento que vivía el Real Zaragoza y en su discurso no hubo mucha originalidad, pero sí sinceridad, un punto de compromiso hacia la historia y la emoción de quién encuentra su sitio.
Hace unos meses, Juan Ignacio Martínez escribió el mejor cierre para su historia en la ciudad: “Yo seré para siempre del Real Zaragoza”.