ZARAGOZA | Fran Escribá acaba de cumplir un año en el banquillo del Real Zaragoza, pero no habrá flores en su aniversario. El técnico llega a esa cita en el momento más delicado, cuando su equipo solo ha sumado 7 de los últimos 27 puntos. Hay dos fechas claves en ese declive: el Zaragoza no vence en La Romareda desde el 3 de septiembre y su único triunfo en octubre llegó en Andorra, el día 5.
En el resumen de los últimos partidos, Escribá encuentra algunos progresos. Muchos de ellos parecen invisibles: se escriben a través de las ocasiones y no de los goles, de los méritos y no de las victorias. La impresión más optimista es que el equipo va camino de encontrar su identidad y los triunfos. El diagnóstico más real parece sencillo: si el Zaragoza no vuelve a vencer este fin de semana, será difícil que Escribá alcance un segundo año en La Romareda.
Para cambiar la dinámica, el regreso de Francho Serrano juega un papel fundamental. El técnico le considera su llave maestra. Su vuelta tendrá además un sentido muy global: se espera que sea capaz de ordenar todas las cosas. El gran problema es que debe recuperar la explosividad en un punto de la temporada en el que la competición ya no espera a nadie. Y es precisamente en este momento, cuando se espera un progreso del resto de los intérpretes. Marc Aguado, Maikel Mesa, Toni Moya, Germán Valera o Iván Azón son ahora los mejores argumentos del grupo.
La temporada del Zaragoza se explica a través de una curiosa paradoja. Ganó todo en el inicio sin merecerlo siempre. Fue capaz de congregar a la suerte en momentos claves y dominó las áreas por encima de todas las cosas. Ahora, en la peor marca de la temporada, ha encontrado un fútbol más global y reconocible. Le sonríe el juego, mientras le da la espalda la suerte.
El club repite un eslogan contra los últimos resultados: el fútbol nos lo acabará devolviendo. La idea parece bonita y romántica, pero es solo una media verdad. La insistencia suele tener premio, pero el juego no entiende de justicia y los puntos perdidos ya no vuelven.
El próximo sábado todas las miradas se posarán sobre Escribá. El técnico reitera la confianza de Cordero, al que define como un hombre de fútbol. Pero sabe también que ningún técnico dura para siempre y que él, como todos los que integran la rueda de este deporte, será esclavo de los próximos resultados. Como este juego está lleno de caprichos, el sábado llegará otro guiño del tiempo. Escribá se jugará su puesto en el Real Zaragoza en el campo que, en el fondo, le hizo a él entrenador.