El Real Zaragoza despidió ayer un curso para olvidar en La Romareda. Probablemente, el peor de sus 87 años de historia como local, teniendo en cuenta que sigue perdido en una Segunda División cada vez más pesada de digerir. De nada vale volver a recordar los errores cometidos, de sobra ya analizados a lo largo de una temporada que solo Víctor Fernández ha sido capaz de reconducir, pero sí que merece la pena aprender de ellos.
Esta vez, la elección del entrenador ha caído del cielo. Nadie mejor que Víctor para sentarse en el banquillo de La Romareda, así que solo queda acertar en los cinco jugadores que deben marcar diferencias: dos centrales, un jugador de banda y dos delanteros de jerarquía. A partir de ahí, cambios de cromos. Nada más. Si sale Igbekeme, que solo se marchará si llega una oferta acorde a lo que el nigeriano significa para el proyecto, llegará un centrocampista todo terreno, pero las carencias de la plantilla están más que detectadas desde hace tiempo. La idea es reforzar el eje de la defensa con futbolistas de calidad física, dotarle de velocidad al medio y, por encima de todo, de acierto al ataque. Tan sencillo y tan complicado como eso.
Hablando de los hombres gol, merece la pena reflexionar sobre un dato que, en mi modesta opinión, puede ofrecer un moderado optimismo. Todos conocemos las limitaciones económicas del Real Zaragoza, pero sus malos números de cara a la portería rival no son consecuencia de su maltrecha cartera. Me explico. La dirección deportiva apostó por Álvaro y Marc Gual –no me escondo, yo en septiembre aseguré que me gustaban ambos, y no me bajo de ese barco-, e invirtió un buen dinero en su fichaje, mucho mayor que el destinado un año antes a Borja y Vinicius. Casi el doble. Además, eran las primeras opciones en la lista de preferencias, así que podemos achacar las estadísticas de Álvaro y Gual a mil argumentos, pero no al económico. Es decir, el Real Zaragoza tiene una partida importante para fichar dos delanteros y, sin ser uno de los cinco más poderosos de la categoría, va a acudir al mercado con cierta alegría financiera.
Volviendo al inicio de mi reflexión, lo cierto es que esta temporada que afortunadamente ya acaba, el Real Zaragoza ha sido un equipo excesivamente vulnerable en La Romareda, justo donde el equipo cuenta con el respaldo de su intachable afición. Por ahí deben empezar a cambiar las cosas, por ser un equipo fiable como local. Pasar de 7 victorias en casa a un mínimo de 15 supondría el salto cualitativo que asegura pelear por el play off de ascenso a Primera División. Así de fácil.