Como cualquier buen científico, en este caso veterano en la ciencia futbolística, Víctor Fernández se metió en el laboratorio durante la semana pasada para dar con los mejores resultados de su arriesgado experimento. El técnico del Real Zaragoza sorprendió ante el Cádiz y le salió bien durante 45 minutos. Los suficientes para tomar una ventaja de dos goles en el marcador que caería por tierra en el minuto 90.
El Real Zaragoza dispuso una defensa de 5 que, durante la primera mitad, permitió cerrar bien atrás con Guitián, Verdasca y Muñoz. Los laterales de la defensa fueron para Delmás y Nieto, lo que les permitía ganar protagonismo en tareas ofensivas. Los canteranos se volcaron tanto en ataque que llegaban a emparejarse con Eguaras e Igbekeme en el centro del campo.
Unas líneas muy adelantadas y una presión alta que le permitieron al Real Zaragoza dejar al Cádiz sin capacidad de reacción. Biel y Pombo partían por las bandas en el teórico 5-4-1 de Víctor Fernández. Al adelantar su posición Delmás y Nieto, tanto Biel como Pombo mostraban tendencia a conectar por dentro, actuando como mediapuntas por detrás de Álvaro Vázquez.
El Zaragoza comenzó sorprendiendo
Fruto de este planteamiento, que rompió lo dispuesto en semanas anteriores y sorprendió a Cervera, el Real Zaragoza se adelantó con dos goles de Pep Biel. El balear está creciendo a pasos agingantados. Tras unas semanas en las que no mostraba su mejor versión, el futbolista está sabiendo responder a la confianza de Víctor. Una apuesta valiente que está resultando muy positiva para el Real Zaragoza.
Ya en la recta final de la primera parte, el Cádiz CF comenzó a cogerle la medida a los zaragocistas. Vieron en el carril defendido por Delmás una buena autopista para atacar. No es que el canterano lo estuviera haciendo mal, pero su desparpajo en ataque se pagó con un hueco defensivo que sus compañeros no eran capaces de cubrir. Así, llegó el 1 a 2 en el minuto 44.
La fuerza gaditana a balón parado
En la segunda parte, el Real Zaragoza cambió por completo. El experimento comenzó a hacer aguas. A balón parado, Nieto marcó el 1 a 3 tras un buen balón colgado por Igbekeme. Sin embargo, la tranquilidad no le duró nada a los blanquillos.
El Cádiz CF recuperó el orden atrás, comenzó a atacar por banda y le metió al partido una velocidad ante la que el físico de los zaragocistas no pudo responder. Guitian, Verdasca y Muñoz sufrían cada vez más con el paso de los minutos y se veían obligados a hacer faltas que permitían a los gaditanos explotar su potencial a balón parado. Así, Aketxe anotó el 2 a 3. Quedaba media hora de sufrimiento por delante.
Movimientos en la pizarra
El Real Zaragoza intentaba robar balones para salir rápido a la contra, pero los blanquillos no se caracterizan precisamente por su velocidad. Por ello, Víctor Fernández realizó un doble movimiento. Dio entrada a Ros por Pombo buscando una mayor contención en el centro del campo y que el Cádiz no pudiera filtrar balones con facilidad. Igbekeme se tuvo que mover a la izquierda y su explosividad desapareció.
Por otro lado, Soro sustituyó a Biel. El ejeano podía romper por velocidad e intentar asegurar el marcador en una contra rápida y bien definida. Los cambios no salieron bien y el Real Zaragoza no supo gestionar los tiempos del partido. Como reconoció el propio Víctor Fernández, al equipo “le faltó oficio” para cerrar el encuentro.
Los zaragocistas se dejaron contagiar de la locura gaditana, cedieron el balón a su rival y se desesperaron intentando defender. Así, llegó un penalti en el minuto 90 que supuso un decepcionante empate a 3. Un punto que no a priori no es mal resultado, pero que dejó al Real Zaragoza con la miel en los labios.
Lo más positivo es que Víctor Fernández ha sabido dar una vuelta de tuerca al equipo para encontrar nuevos recursos a explotar. Su sistema de 5 rindió a un nivel mucho mayor del que tuvo en su día este mismo esquema con Lucas Alcaraz. Es lo que tiene un buen científico. Saber poner cada pieza en su lugar para que el experimento sea satisfactorio. Esta vez triunfó durante 45 minutos. Son los riesgos del laboratorio, pero el éxito puede estar al caer.