ZARAGOZA | El Real Zaragoza de Fran Escribá ha recuperado el pulso competitivo a través de su defensa. Y lo hizo justo después de que todas las alarmas se encendieran, cuando vio que su zaga se resquebrajaba por completo. Tras encajar 7 goles en las citas ante Deportivo Alavés y Málaga, Escribá quiso recuperar los principios más elementales del juego. Se refugió en su guarida, cuidó primero la portería y pensó en marcar más tarde.
La semana previa al duelo ante el Burgos marcó muchas de las pautas. El vestuario se reunió y Escribá calificó esa charla como el mejor de todos los entrenamientos. Los siguientes siete partidos pueden darle la razón. El Zaragoza no ha vuelto a perder desde entonces y ha creído en la ley de los empates. Burgos, Lugo, Leganés, Huesca, Albacete, Levante y Granada se han medido al Real Zaragoza en ese tiempo. Y el equipo solo ha encajado tres tantos en esos partidos.
Los defectos en ataque siguen vigentes, con una triste media de un gol por encuentro, pero ha cambiado una norma general: la rentabilidad que le he sacado el Zaragoza a los tantos que marca (ha sumado 11 de los 21 puntos que había en juego en esa cadencia). El técnico ha sabido convivir con las bajas que han condicionado la temporada, fundamentalmente con las ausencias de dos piezas esenciales de su ataque: Azón y Mollejo. Recuperado Azón, el contexto ofensivo parece distinto. No solo por las ocasiones que el delantero crea para sí mismo, sino por las salidas que genera para el resto.
Frente al Granada se vio la versión más coherente del Real Zaragoza. Con el abanico más amplio de ataque, el equipo supo hacer que el rival menguara. Todos los jugadores se aplicaron en el esfuerzo defensivo y mostraron una lectura sensata del partido. Se redujeron los espacios y la distancia entre las líneas, para evitar las transiciones rápidas que tanto daño hicieron ante Alavés y Málaga. Ante el Granada, el carril central se empleó con solidez y el vuelo se proyectó desde los costados. Quizá porque las sinergias de este juego siempre funcionaron mejor en el césped que en los despachos. Jair y Lluís López se coordinan en el bloque bajo; Nieto y Bebé le dan rigor y profundidad al costado izquierdo; Gámez y Bermejo se encontraron en el gol; Jaume Grau le da vuelo a Francho Serrano; y Simeone y Azón se complementan y se buscan en ataque.
El Real Zaragoza logró ante el Granada romper una barrera esencial en la temporada. Nunca le había vencido a uno de los aspirantes al ascenso. Lo hizo en un partido coherente, que marca la pista de los que tienen que llegar después. La mejora del grupo y la tranquilidad en la clasificación no se entienden sin la pieza más buscada por su técnico. Escribá ha construido su candado.