ZARAGOZA| Su carácter, su valentía y sobre todo sus goles enamoraron a una parte de la afición zaragocista. Pero su poco protagonismo en ciertos partidos y su implicación –muchas veces en entredicho- agotaron la paciencia de la otra parte. De lo que no hay ningún tipo de duda es que sin Maikel Mesa, el Real Zaragoza ahora mismo estaría lanzando la campaña de abonados para jugar fuera del fútbol profesional. Y esto es así. Su excelente rendimiento en cuanto a números ha sido uno de los estandartes para que el equipo continúe un año más en la Segunda División.
El futbolista canario ha acabado la temporada con un total de once goles y una asistencia en 41 partidos que ha disputado. Tan solo se ha perdido un encuentro por sanción y ha sido completamente indiscutible para los tres entrenadores. Ya al comienzo de la temporada se le adivinaba un peso importante dentro del vestuario y es que recién llegado a la entidad aragonesa sus compañeros ya lo eligieron como uno de los capitanes del equipo.
A lo largo de la campaña ha estado en el ojo del huracán en multitud de ocasiones. A pesar de todo lo que aportaba en clave goleadora, su rendimiento parecía estar por debajo del nivel que verdaderamente atesoraba y a ojos del aficionado aquello no gustaba demasiado. Varios fueron los partidos en los que Maikel Mesa apenas tocaba el balón y el equipo no terminaba de arrancar. De hecho, Víctor Fernández le pidió que fuera mucho más participativo en el juego, pero también se podría llegar a perder la esencia que tiene el canario: ser resolutivo cuando el balón llega a sus botas.
Su salida al Tenerife
El media punta canario ya ha comunicado al Real Zaragoza de su intención de querer poner rumbo al equipo de su tierra. A Maikel Mesa aún le restan dos temporadas de contrato y el club no va a aceptar nada que no sea un traspaso. Las direcciones deportivas de ambas entidades ya se han puesto en contacto para tratar de solucionar el asunto antes del día 8 de julio, comienzo de la pretemporada del Real Zaragoza.
De cerrarse la operación, se iría un tipo diferente al resto. Un futbolista que hace mucho que no se veía en La Romareda. Es esa personalidad, temperamento y el carácter de un villano lo que le hacía distinto del resto de mortales. Un “11” disfrazado de “10” que pudo haber sido el líder perfecto de un regreso a Primera División.