ZARAGOZA | El Real Zaragoza ha firmado un inicio impecable en sus tres primeros partidos. Una parte esencial de su racha se basa en el compromiso defensivo, en una solidez que está escrita en las consignas de Fran Escribá: “Este año tenemos más poder ofensivo, por eso precisamente va a ser vital mantener la seguridad defensiva”, dijo en su primera rueda de prensa.
En torno a esa voluntad, el Zaragoza se arma desde atrás. El carril central ha recuperado todas sus garantías. El mejor Alejandro Francés ha vuelto. Veloz al cruce, agresivo en la anticipación, se vuelve a sentir ganador de todos los duelos. Frente al Valladolid, marcó el gol del triunfo, cómodo también en el área contraria. Jair le tomó el testigo una jornada más tarde, para resolver el encuentro más duro hasta la fecha en Tenerife.
El portugués marca la línea y domina en el aire, en una mezcla ideal con Francés. En el banquillo esperan Lluís López y Santiago Mouriño, mientras Carlos Nieto y Fran Gámez se asientan en los laterales como primeras opciones. Cristian Álvarez guarda la portería, con sus milagros de siempre. Un dato refleja la inercia defensiva del equipo. En tres partidos, el argentino ha recibido 36 disparos totales y 9 lanzamientos a puerta, para no encajar ningún gol.
El esfuerzo defensivo es una tarea que implica a todo el grupo. La línea habitual de cuatro mediocampistas, formada por Aguado, Serrano, Moya y Mesa sirve como ejemplo. Los cuatro son futbolistas de buen pie, capaces de proyectar un fútbol alegre y atrevido. Quizá por esa condición, sorprende todavía más sus registros sin balón. En fase defensiva, todos han probado su capacidad de recuperación, su despliegue y un compromiso intachable.
El banquillo también se aplica en el retorno y pocos ejemplos parecen tan decisivos como el de los delanteros. Sinan Bakis e Iván Azón inician la presión, en una labor silenciosa y necesaria. Hasta la fecha, el gol les da la espalda, pero han destacado como jugadores de equipo, capaces de ser productivos lejos del remtate.
Escribá sonríe ante la construcción de un equipo competitivo, que sabe controlar el partido también sin la pelota. En tres partidos ha sabido guardar todas las ventajas y proteger su área, en una tarea que siempre decidió una liga como la que acaba de empezar. El Real Zaragoza es líder en solitario y cuida su cerrojo, quizá porque ha descubierto que también puede ser la llave de todas las puertas.