Tras salir del Santiago Bernabéu el domingo, la mezcla de sensaciones era enorme. El Huesca había protagonizado otro partido de esos que te llena de orgullo y que a lo largo de esta temporada ha repetido en muchas ocasiones. Muchas más que puntos tiene en la clasificación. Por segunda vez este año, los oscenses habían tuteado a todo un Real Madrid y había contraído méritos para no sólo haber empatado. Pero el premio fue el mismo. Uno puede pensar que este sentimiento de injusticia puedes estar adulterado por el prisma aragonés con lo que uno observa pero, a poco que contrastas, el pensamiento es popular.
Valentía y planteamiento
Ir a cubrir el partido al Bernabéu tiene como aliciente extra en esta profesión compartir espacio de prensa con grandes compañeros periodistas, muchos de ellos enormemente mediáticos. Al finalizar el choque, el narrador de Cope Manolo Lama comprendía y compartía el sentimiento de resignación de la parroquia azulgrana. Al igual que en el partido de El Alcoraz, Lama reconocía que el equipo de Francisco había merecido mucho más por valentía y planteamiento, además de constatar el punto de mala suerte que también persigue al Huesca durante la campaña. El Real Madrid ramplón de Zidane no era el principal argumento causal para que los oscenses hubieran estado a tres minutos de sacar un punto de justicia.
En la zona de palco, las afirmaciones era parecidas. La compañera de Movistar Plus Mónica Marchante acababa de entrevistar a un triste (que no hundido) Petón y ya fuera del directo se mostraba sorprendida por el juego del Huesca y su posición de colista. Marchante aún creía en el milagro de permanencia, pero lo fiaba todo al partido ante el Celta. Al final, los comentarios generalizados en el Santiago Bernabéu no difirieron de los del Sánchez Pizjuan, Mestalla… y con eso nos quedamos. El Huesca debe de ser el equipo que más elogios recibe de la categoría en proporción a su humilde potencial. Eso no da puntos. Solo es un consuelo.